Martes 04 de Abril de 2023 | Matutina para Mujeres | Armas efectivas

Armas efectivas

Aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear contra los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel. 1 Samuel 7:10.

Israel se había consagrado y arrepentido genuinamente de la idolatría. Se congregaron en Mizpa para confesar públicamente su pecado; rogaron a Samuel: “No ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios” (1 Sam. 7:8). No estaban reunidos para sublevarse, era una reunión pacífica de reavivamiento espiritual. No portaban armas ni tenían preparación militar, cuando repentinamente los filisteos atacaron. Samuel estaba celebrando la ofrenda de holocausto cuando llegaron los agresores.

Israel nunca podría verse amenazado más oportunamente: estaban arrepentidos y orando. No podrían haber estado mejor preparados para recibir al enemigo. Dios los escuchó y respondió con un temblor que acabó con la hueste enemiga; no fue necesario que movieran un dedo en defensa propia.

“Era el propósito de Dios manifestar su poder en la liberación de Israel para que este no se atribuyera la gloria a sí mismo. Cuando los israelitas estaban desarmados e indefensos permitió que fueran desafiados por sus enemigos, y entonces el Capitán de las huestes del Señor puso en orden de batalla el ejército del cielo para destruir a los enemigos de su pueblo. […] Dios no defenderá a los que viven transgrediendo su ley” (2CBA, p. 1006).

¿Estás atemorizada por algo o alguien que te amenaza? ¿Cuáles son tus atacantes en este día? ¿Alguna enfermedad, la pandemia, la falta de trabajo? ¿Los conflictos migratorios, económicos, familiares, laborales o eclesiásticos? Tus armas más efectivas siguen siendo las mismas: humildad de corazón, confesión genuina del pecado, y obediencia a Dios. Luego, espera confiadamente que se cumpla la promesa divina. Estoy segura de que verás el mismo resultado prometido.

Mi hija menor se había ido del hogar en sus años de rebeldía. Confesé a Dios mis faltas de madre, y le rogué que la cuidara. No contestaba llamadas ni mensajes de texto. Mi oración fue interrumpida por un toque en la puerta. “¿Quién es?”, pregunté. “Soy yo, mami”, respondió mi hija. La abracé y le di la bienvenida. Se cumplió Isaías 65:24: “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”.

Recurre a las mismas armas a las que en esta ocasión recurrió Israel, y vencerás.

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