Martes 04 de Enero de 2022 | Matutina para Mujeres | ¿Me reconoces?

¿Me reconoces?

«Jesús le dijo: “¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?»

Juan 14:9, LBLA).

He descubierto que cuando me aliso el cabello, mucha gente no me reconoce. En rl broma le dije un día a una amiga: «Si quiero cometer un crimen, todo lo que tengo que hacer es alisarme el cabello y nadie sabrá que he sido yo». Las dos nos reímos, pero es evidente que lo que la gente recuerda más acerca de mi apariencia es mi melena de rulos. Me resulta casi cómico que algo tan sencillo pueda confundir a tanta gente, pero a Jesús le sucedió algo similar.

Al final de su ministerio, cuando Jesús se estaba despidiendo de sus discípulos y explicándoles la promesa del Espíritu Santo, Felipe dijo: «Muéstranos al Padre y nos basta». Sorprendido de que, después de tanto tiempo, Felipe no le reconociera, Jesús respondió: «¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?» (Juan 14:7-9, LBLA).

Si la imagen que tenemos de Dios está distorsionada, aunque lo veamos cara a cara, como Felipe, tal vez no lo reconoceremos. Tener una imagen equivocada de Dios es una gran carga emocional que nos llena de culpa y miedo.

A veces nos formamos imágenes equivocadas como fruto de una experiencia dolorosa que no logramos entender. Tal vez estábamos orando para que una persona amada sanara, pero falleció, y no podemos resolver el conflicto entre la omnipo­tencia divina y la tragedia personal que nos hace sentir impotentes. Otras veces, proyectamos experiencias que tuvimos con nuestros padres: si nuestros padres eran exigentes y difíciles de complacer, o ausentes e imprevisibles, es posible que creamos que Dios también será así con nosotras, según lo expresa Eleonore van Haaften en su libro Vivir en libertad.

Vemos a Dios a través de nuestra experiencia, con el filtro de nuestra cultura y las conclusiones aprendidas en nuestra historia personal. Pero Jesús nos dice: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre». Todas nuestras ideas acerca de Dios deben pasar por el filtro de Cristo. Las ideas que no concuerdan con el amor, la com­pasión y la gracia de Dios manifiestas en la persona de Cristo son erróneas y deben ser desechadas. No hay contradicción entre el Padre y el Hijo. Quien ve a Jesús, ve al Padre.

Señor, ayúdame a renunciar a cualquier idea distorsionada que tenga acerca de ti. Muéstrame tu amor a través de Cristo.

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