El salario de Babe Ruth
“Y todo lo que te venga a la mano, hazlo contodo empeño” (Eclesiastés 9:10, NVI).
Cuando se menciona a Babe Ruth, el que sabe aunque sea un poco de béisbol enseguida reconoce el nombre. Es considerado el mejor jugador de la historia del béisbol. Batió récords en casi todos los aspectos del juego, y también batió récords en lo que respecta al salario. En este día de 1930, Babe Ruth firmó un contrato de dos años con los Yankees de Nueva York por la asombrosa suma de 160.000 dólares, y eso fue durante la Gran Depresión, cuando la economía nunca había estado peor. El mánager de Babe Ruth hizo la ridícula predicción de que nunca nadie cobraría más que “el Babe”
Ruth era una superestrella incluso para los estándares actuales. Fue el primer jugador en lograr 30, 40, 50 y 60 jonrones en una temporada, y fue el líder de jonrones doce veces, un récord también. Su récord de 2.056 carreras anotadas en aún no ha sido superado. Es más conocido por su capacidad de bateo, pero la mayoría de la gente no sabe que también fue un lanzador legendario. Mientras jugaba para los Red Sox de Boston, lanzó 29 entradas consecutivas sin anotación en la Serie Mundial, un récord que se mantuvo durante 42 años. En 1917, lanzó 24 partidos sin anotación con un promedio de 1,75 carreras limpias. Su promedio de bateo en ese mismo año fue de 0,325, lo que lo convierte en el jugador más valioso de esa época tanto en bateo como en lanzamiento. Nadie ha igualado el promedio de bateo de 0,847 que tuvo en 1920, ni su promedio de carrera de 0,690. No es de extrañar que apareciera en diez enfrentamientos de la Serie Mundial. El Yankee Stadium, donde se hizo realmente famoso, era conocido como “La casa que Ruth construyó”.
Pero hay un récord más que estableció y que poca gente conoce. Fue el rey de la eliminación por strikes de su época. ¿Cómo puede ser esto? Bueno, o bateaba jonrones o era eliminado. Claramente, ¡no tenía miedo de batear! Lo hacía todo con todas sus fuerzas para ser el mejor. En el juego de la vida, todos los días estamos en la caja de bateo. Bolas rápidas, rompedoras y curvas se acercan a nosotros. Nuestro Coach nos indica que nos la juguemos con los talentos que nos ha dado cada vez que nos acercamos al plato. Tendremos la tentación de realizar bateos a medias o de desanimarnos cuando nos eliminen, pensando que el juego está perdido. Pero, si seguimos bateando con todas nuestras fuerzas, haremos contacto, y oiremos a nuestro Coach, a nuestros compañeros de equipo y a todo un estadio de ángeles celestiales animándonos mientras la bola desaparece por encima de la valla.
Puede que nunca lleguemos a ser el rey del béisbol como “el Babe”, pero siempre seremos bendecidos por darlo todo.