Harvey
« Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa». Salmo 91: 9, 10
Zulma Ramírez entregó su vida al Señor desde muy temprana edad. Se preparó en la escuela de Teología de la Universidad Adventista de Colombia y se dedicó a la predicación del evangelio por medio del ministerio de la página impresa. Durante muchos años ha vivido en Houston, Texas. Recientemente tuvo que ser sometida a una cirugía, así que oró pidiendo la protección del Señor. En agradecimiento, decidió dedicar un año a la predicación en Colombia.
Fue así como llegó a la zona donde sirvo. Haría un recorrido de tres semanas impartiendo charlas para damas en varios auditorios de la zona. Ya llevaba dos semanas cuando sus familiares le informaron que se había pronosticado que el huracán Harvey golpearía gran parte del estado de Texas, especialmente el área de Houston, donde ella vivía. Le recomendaron suspender la gira, pero ella llegó a la conclusión de que no podía detener el trabajo que estaba haciendo para Dios. Pidió a sus familiares que fueran y prepararan su casa para enfrentar el huracán, pero ellos se negaron, pues cada uno estaría ocupado con su propia vivienda. Con todo, ella decidió permanecer en Colombia y encomendó su situación a Dios. Había invertido una gran suma de dinero en libros, que tenía almacenados en el sótano de su casa, lugar doblemente vulnerable en caso de inundación.
Fue así como en agosto de 2017 el huracán Harvey arremetió contra Texas con vientos de 215 kilómetros por hora. El martes 29 de agosto el área de Houston batió el récord de lluvias caídas en los Estados Unidos dos veces. Entre 30,000 y 40,000 viviendas quedaron destruidas. Cuando el Huracán se degradó a tormenta tropical, Houston tenía zonas enteras sepultadas bajo el agua. Todo era destrucción y muerte.
Entonces un vecino de Zulma la llamó y le dijo:
-Ahora todos tus vecinos tenemos la certeza de que tu Dios es grande y Todopoderoso. Nuestras casas se beneficiaron de la protección que Dios te brindó.
Nada le había pasado a la casa de ella, y ni uno solo de sus libros se mojó. ¿Sabes? @Dios hoy te dice: «Las bendiciones y la protección que te doy deben servir para que otras personas puedan conocerme y rendirse a mis pies». Eso sucedió con varios de los vecinos de Zulma. ¿Crees que Dios puede hacer lo mismo contigo?