Gran Hermano
Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, lo aborrecían. Génesis 37:4.
En 1949, George Orwell publicó 1984. Trata de un país donde el partido del gobierno vigila constantemente a cada uno de los ciudadanos. De tal novela surge un programa de televisión, en formato de telerrealidad, en el que ciertas personas son encerradas en una casa y se contempla cada momento de sus vidas. Las ediciones de este programa han demostrado algo: las tensiones son constantes.
Cuando leemos el relato de los hijos de Jacob, tenemos la sensación de encontrarnos en un programa de telerrealidad. Las conspiraciones por culpa de la poligamia o por el favoritismo, no los hacían una familia feliz. Es una de esas ocasiones en que la Biblia nos muestra un modelo para que NO lo imitemos.
Hay un texto bíblico que nos sorprende por su dureza. Responde a un proverbio que llamamos “n+1” porque menciona un número y le añade uno más para intensificar el mensaje. Se encuentra en Proverbios 6:16 al 19. Realicemos una traducción actualizada: “Seis cosas le dan asco a Jehová, pero hay una séptima que no soporta: el pedante, el mentiroso, el abusador, el maquinador, el que tiene prisa por hacer lo malo, el falso testigo, y el que hace que sus hermanos se peleen”. ¡Qué fuerte! Nada nos extraña de las seis primeras entradas pero, ¿la séptima? De lo peor, para Dios, son las reyertas entre hermanos. ¿Quién lo hubiera dicho?
Vivimos tiempos tensos y con fricciones constantes. Casi, como en 1984, podríamos asegurar que nos hallamos en una sociedad distópica (que dice aportar felicidad a la gente pero que lo que proporciona es sufrimiento). Se manipula la información y se crean temores para que las personas sean más controlables. Y, en este proceso destructivo, las familias se resquebrajan. Sea por las mandrágoras de la inseguridad, por los vestidos de colores del favoritismo, por los sueños de protagonismo o por lo que sea, las relaciones más valiosas desaparecen y nos dedicamos a “nominarnos” entre nosotros.
Propongo tolerancia cero a toda acción que perjudique la relación con nuestra gente, con nuestra pareja, con nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestra iglesia. Vamos a jugar a que todos lleguen al final, a que todos disfruten de todos.
En la familia de Jacob hubo problemas, pero José aprendió a superar el dolor de la memoria con cariño fraternal y la historia concluyó con una fiesta. Ni te lo pienses: en la primera oportunidad recuerda el proverbio, recuerda que el mundo no se acaba con una discrepancia, acércate a tu hermano y dale un abrazo de verdad.