Se inventa el radar
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídosatentos a sus oraciones” (1 Pedro 3:12, RVR 95).
El radar. Los policías utilizan el radar para atrapar a los conductores demasiado apurados. Los astrónomos utilizan el radar en los telescopios gigantescos para recibir mensajes del espacio exterior. Los militares usan el radar para vigilar a nuestros enemigos.
El radar se inventó el 27 de septiembre de 1922.
Albert Taylor y Leo Young eran científicos técnicos del Laboratorio de Investigación Naval en Washington D. C., y lo que inventaron fue bastante sorprendente. Los dos hombres llevaban bastante tiempo trabajando en el proyecto cuando, finalmente, descubrieron una forma de ayudar a la Marina a detectar la proximidad y el movimiento de barcos y de aviones. Pero, lo realmente asombroso era que se podía hacer incluso con niebla densa, en la oscuridad o en medio de cortinas de humo. Para ello, se utilizaba un equipo que podía transmitir una señal, hacerla rebotar en un objeto que se aproximaba y recogerla después como un eco. Has visto los equipos de radar en las películas. La señal se puede ver como un parpadeo en una pantalla para mostrar lo cerca que está el objeto en movimiento. Cuando utilizamos esta tecnología bajo el agua, la llamamos sonar. Los submarinos utilizan el sonar para ayudar a detectar su proximidad al fondo del océano, o a otros submarinos o embarcaciones.
Algunos animales asombrosos también utilizan el radar. Los murciélagos usan la ecolocalización, algo parecido a un radar, para desplazarse y detectar a sus presas. Emiten sonidos con sus cuerdas vocales y luego escuchan el eco que les llega desde cualquier objeto que pueda estar en su trayectoria de vuelo. Por eso, pueden volar en cuevas oscuras sin chocar con nada. También les ayuda a saber dónde están los insectos en la oscuridad para poder atraparlos y comerlos. Los delfines y las ballenas también utilizan la ecolocalización para comunicarse, viajar a gran velocidad, y cazar en aguas oscuras y turbias. Lo hacen produciendo rápidos chasquidos con la laringe a través de las cavidades conectadas a su espiráculo.
El radar se parece mucho a la oración. Enviamos nuestras oraciones a Dios para que nos dé fuerza y ánimo. Pero hay una gran diferencia. Incluso si no sentimos que recibimos mensajes de vuelta, él sigue estando ahí. Nunca nos abandonará y siempre responde a nuestras oraciones aunque no siempre sigamos sus consejos. A veces, él dice: “Absolutamente”; otras veces, responde: “De ninguna manera”; y a veces: “Voy a tener que pensarlo”.
