“Aplastará a Satanás”
“Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes” (Romanos 16:20, NVI).
A veces, solemos buscar las razones que nos expliquen por qué nuestra vida está bajo los ataques de los dardos satánicos. Y siempre habrá quien nos presente una lista enorme de razones: nuestra infidelidad a los mandatos del Señor, nuestra cuasi-inexistente vida de oración, la dejadez que nos invade cuando se trata de estudiar la Biblia, nuestra negligencia en la devolución del diezmo, nuestra falta de asistencia a la iglesia, nuestra falta de respeto a los principios bíblicos de la salud… La lista es interminable. Pero ¿de verdad a Satanás le hace falta una excusa específica para tornar caótica nuestra existencia? ¿Qué de malo hicieron Adán y Eva para recibir el despiadado ataque del enemigo? ¿Cuál fue el pecado que provocó que Eliseo cayera enfermo y muriera víctima de una enfermedad terrible? ¿Qué mandamiento transgredió Juan el Bautista para pasar sus últimos días en prisión y luego ser decapitado?
Entonces… ¿por qué el diablo nos ataca? Creo que hay solo una razón, y nos la da Pedro: “Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8, RVC). El diablo es el equivalente griego de Satanás, ambas palabras significan lo mismo: adversario.
Este demoníaco adversario tratará de infundir temor en nosotros por medio de las enfermedades, las crisis financieras, la muerte, el dolor, la tristeza… Cada uno de nosotros conoce por experiencia propia la letal embestida de nuestro enemigo. Él nos odia, nos aborrece, detesta vernos felices, y por eso no descansa ni un minuto a fin de sumergirnos en la infelicidad. En lugar de preguntarnos por qué nos ataca Satanás, mejor hagamos caso al consejo paulino: “Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo” (Efe. 6:11, NVI). Es la armadura divina, la que se fabrica en el cielo, la que nos ayudará a resistir cada embate del enemigo.
Para nosotros es esta grandísima y preciosa promesa: “Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes” (Rom. 16:20, NVI). ¿Cuáles son nuestros problemas? ¿Cuál es esa situación que nos tiene al borde de la rendición? Con independencia de cuál sea, hoy hemos de alzar la mirada y creer que muy pronto el Señor aplastará al que intenta aplastarnos.