El filósofo arrogante
«Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia». 1 Corintios 1: 28, 29, RV95
Una de las realidades que a muchos les cuesta aceptar hoy en día es que vinimos a la existencia por la voluntad de Dios. Vivimos cada día porque él lo permite. Es Dios quien nos da la salud y las fuerzas para que podamos obtener los triunfos y las victorias en nuestra existencia. Todo procede de él. Lamentablemente, ha habido grandes hombres de ciencia que han procurado borrar a Dios de la vida humana. Uno de ellos fue Friedrich Wilhelm Nietzsche, filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX.
Nietzsche escribió un libro sumamente interesante y controversial, titulado El anticristo: maldición sobre el cristianismo. En esta obra, el filósofo presenta sus ideas respecto a la humanidad, la ética y la religión cristiana. Por ejemplo, él define lo que es bueno diciendo que: «Bueno es todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre» (p. 28). Cuando define lo malo, dice que es «todo aquello que procede de la debilidad». Este arrogante filósofo odiaba la debilidad, y por eso se atrevió a proponer que «los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer».
No hay dudas de que su manera de pensar influyó en gran parte del mundo europeo y sigue afectando a muchos en la actualidad en todo el mundo. Él despreciaba el cristianismo porque, según pensaba, el cristianismo es solamente para los débiles y esclavos, puesto que sus valores son: humildad, mansedumbre, obediencia y sacrificio. Se atrevió a decir que más dañoso que cualquier vicio es la compasión activa con los malogrados y los débiles. Por otro lado, la Biblia presenta un cuadro distinto: Dios ama a los débiles y entregó a su único Hijo por ellos o, mejor dicho, por nosotros. En su muerte, en esa sangre derramada, está nuestra fortaleza.
Tristemente, Nietzsche sufrió un colapso mental el 3 de enero de 1889, con a penas 45 años. Vivió once años más después de esto, pero nunca recuperó la cordura. Murió en 1900. ¿Y tú? ¿Te consideras fuerte como Nietzsche o débil como Pablo? Hoy @Dios te dice: «Yo escojo a los débiles para mostrar mi fuerza a través de ellos».