Amigos a toda prueba
“En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para tiempo de angustia” (Proverbios 17:17).
Andrés tenía once años. Era un niño alegre, divertido, sociable, activo y amigable. Amaba jugar a la pelota con sus amigos, y durante un par de veranos pasó sus vacaciones en la Universidad Adventista del Plata, Argentina. Este lugar era el ideal para él, ya que había piscina y una linda cancha de fútbol para disfrutar con sus amigos.
Tristemente, al volver de sus vacaciones, una tarde Andrés fue atropellado por una camioneta al cruzar la calle volviendo del colegio. Fue severamente golpeado, y tuvo varias fracturas en su cuerpo. La bendición fue que, aunque su vida estuvo en riesgo, Dios hizo un milagro y él se fue recuperando lentamente, luego de algunas operaciones y programas de rehabilitación.
El siguiente verano, sus padres consultaron al doctor si era oportuno ir a ese mismo lugar de vacaciones. El médico recomendó que la piscina iba a ser de gran ayudar en la rehabilitación de Andrés. La gran diferencia fue que, en esta oportunidad, este niño llegó con muletas, sin poder caminar bien, ni correr o jugar a la pelota. Sentía temor e incertidumbre con respecto a qué sucedería con sus amigos y qué pensarían de él al verlo en su actual estado.
Cuando entró al campus donde solían juntarse, jugar y luego bañarse en la piscina, Andrés vio a sus amigos y ellos corrieron a saludarlo. Pero esta vez quedaron impresionados al verlo caminar con sus muletas, con mucha dificultad. Al observar cómo Andrés pasaba directo a la piscina y entraba al agua con ayuda de adultos, ellos estaban atónitos y silenciosos, como sufriendo con él a distancia. Luego de unos minutos y sin preguntarle qué le había sucedido, sus amigos crearon un plan. Pidieron los permisos necesarios y acercaron los arcos de fútbol hasta las dos orillas de la piscina, y en un abrir y cerrar de ojos, todos ellos le dieron la bienvenida a su amigo con un partido, ahora dentro del agua. Ese verano fue inolvidable para Andrés, al ver cómo sus amigos lo ayudaron en todo y compartieron con él.
Este versículo habla de la amistad. La amistad requiere lealtad y compromiso en los buenos y en los malos momentos.
Sé un amigo excelente: leal, de corazón limpio, sin envidia, deseando lo mejor para el otro. Pero más que nada, hazte amigo del mejor de los amigos: Jesús. Él jamás te fallará ni te abandonará.
Nina