Nuevas formas de orar
“Pensaré en todo lo que ha hecho. Oh Dios, tú eres santo en tus acciones; ¿qué Dios hay tan grande como tú? ¡Tú eres el Dios que hace maravillas! ¡Diste a conocer tu poder a las naciones!” (Sal. 77:12-14).
¿Se te acabaron los temas de que hablar cuando oras? Prueba estas ideas para hacer más significativos tus momentos de oración.
Haz un estudio bíblico sobre el tema de la grandeza de Dios. El Salmo 77 o Deuteronomio 4:7 son una buena opción: “¿Qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos?” Luego medita sobre la grandeza de Dios. ¿Cómo la percibes? Después que hayas dedicado unos minutos a la meditación, elige una forma de expresar tu percepción de la grandeza de Dios. Puedes hacer un dibujo, escribir un canto o un poema.
Es hora de entregar a Dios todo lo que te estresa y recibir de él lo que necesitas. Siéntate cómodamente donde puedas hablar con Dios durante un tiempo. Comienza colocando las manos en tu regazo, con las palmas hacia abajo. En esa posición, nombra todo aquello que necesitas darle a Dios. Tus manos abiertas simbolizan que te liberas de todo eso y lo colocas bajo el cuidado de Dios. Puedes decirle: “Señor, te doy mi preocupación por el examen de la próxima semana. Te entrego mi relación sentimental y confío en que estés en ella”. Sigue nombrando todo lo que te preocupa.
Ahora, voltea tus manos, con las palmas hacia arriba. Es el momento de mencionar todo lo que necesitas recibir de Dios. La Biblia está llena de promesas sobre la disposición de Dios a darnos lo que necesitamos para enfrentar nuestros desafíos. Entonces, puedes decirle: “Dios mío, recibo tu sabiduría para enfrentar ese examen”, o: “Acepto tu fuerza y tu ayuda para defender lo que creo”.
Permanece en esa posición hasta que hayas mencionado todas las bendiciones que necesitas de Dios. Es posible que desees terminar alabando a Dios por sus bendiciones.
No hay una fórmula mágica para la oración. Lo importante es que te mantengas en contacto con Dios. Y recuerda: nada es demasiado grande o pequeño como para no conversarlo con él.
HC