Premio mayor
“Mantente fiel hasta la muerte, y yo te daré la vida como premio” (Apocalipsis 2:10).
El científico sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita, dejó parte de su fortuna para que fuera utilizada como premio para personas que realizan cosas importantes para la humanidad en las áreas de química, literatura, pacifismo, física, economía y medicina. El Premio Nobel, creado por Alfred, es un honor mundial y se otorga cada año desde el 10 de diciembre de 1895, día en que se celebra el cumpleaños del científico.
Tan importante como es el Premio Nobel, y cualquier otro reconocimiento de honor y mérito otorgado en este planeta, no puede compararse con el premio que Jesús concede a todos los que aceptan su sacrificio de amor.
Con respecto al momento en que los salvos recibirán el premio de la victoria, Elena de White escribe:
Jesús mismo te colocará tu corona en el cielo. No hay premio más importante que este. Si nunca has recibido una medalla, no estés triste. La victoria de Jesús es tuya también. Quiere darte el premio más grande. Tu parte es solo creer y aceptar.
“Luego vi un muy gran número de ángeles que traían de la ciudad gloriosas coronas; una corona para cada santo, con su nombre escrito en ella. A medida que Jesús pedía las coronas, los ángeles se las alcanzaban, y con su propia diestra el precioso Jesús ponía las coronas sobre las cabezas de los santos” (Primeros escritos, p. 313).