
Diversidad e inclusión
“Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás” (Romanos 12:4, 5).
Mía descubrió la belleza de la diversidad y la inclusión en su ministerio universitario. A medida que formaba amistades con jóvenes de diferentes orígenes y culturas, Mía experimentó la riqueza del mosaico de Dios. Romanos 12:4 y 5 se convirtió en una luz guía que le recordaba que, en Cristo, la diversidad no es un desafío, sino una fuente de fortaleza.
Celebra las diferencias. Dios creó intencionalmente un mundo lleno de personas de diversos orígenes, culturas y experiencias. Celebra estas diferencias como un reflejo de su creatividad y de su plan.
Practica la inclusión. Así como nos recuerda Romanos 12:4 y 5, somos un solo cuerpo con muchos miembros. Practica la inclusión dando la bienvenida y valorando a todos, independientemente de su origen o de las diferencias que tengan contigo.
En Cristo, la diversidad no es una amenaza, sino una hermosa expresión de su amor. Trabajando juntos, podrán apreciar las fortalezas únicas que cada persona aporta al cuerpo de creyentes. Gálatas 3:28 nos muestra el camino a seguir: “Ya no hay judío ni no judío, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”.
En un mundo a menudo dividido por las diferencias, recuerda que el diseño de Dios es la unidad en la diversidad. Cuando celebramos las diferencias y practicamos la inclusión, nos convertimos en un poderoso reflejo de su amor. Acepta la diversidad y la inclusión, porque juntos formamos un mosaico que glorifica al Creador.
Oración: Padre celestial, te doy gracias por la diversidad que has creado.