Matutina para Adolescentes, Jueves 13 de Mayo de 2021

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El renacimiento de una estrella – parte 2

“Hijo mío, atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre” (Prov. 1:8).

Conmovida por la carta que Edson le envió, Elena de White tuvo una pesadilla en la que vio a Edson y a cuatro amigos disfrutando en una playa. De repente, una ola mortal se abalanzó contra ellos, pero como estaban divirtiéndose no le prestaron atención. Así que le escribió a Edson: “Las olas se acercaban cada vez más y luego retrocedían con un rugido mortal. Los que observaban la escena les hacían gestos y advertencias, pero tú te mostrabas presuntuoso al ignorarlas todas. Entonces, alguien colocó una mano sobre mi hombro y me dijo: “¿Sabías que ese es tu hijo Edson? No puede escuchar tu voz, pero puede ver tus movimientos. Dile que venga de inmediato, que él no desobedecerá el llamado de su madre”.

“Agité mis manos e hice todo cuanto pude para advertirte. Clamé con toda la potencia de mi voz: ‘¡No pierdas el tiempo, sal ahora mismo! ¡La resaca! ¡La resaca!’ Sabía que en cuanto cayeras bajo el control de la traicionera corriente, ningún poder humano podría salvarte. Entonces, trajeron una gruesa cuerda y la ataron fuertemente al cuerpo de un joven fornido que se arriesgó a perder su propia vida para salvarte. Tú parecías burlarte de lo que ocurría. Vi cómo la despiadada resaca te atrapaba y tú luchabas contra las olas, pero desperté al escuchar el grito de miedo que dejaste escapar. Entonces oré muy fervientemente en tu nombre y me levanté a escribirte estas líneas” (Elena de White, carta 123, año 1893).

La carta de Elena a Edson tenía diez páginas más, en las que le contaba que llevaba muchas noches sin dormir. Le dijo: “Me he analizado y criticado a mí misma tratando de determinar en qué me equivoqué”.

La carta de su madre llegó a manos de Edson, pero él decidió tomar su vida espiritual en sus propias manos, y que no había tiempo como el presente. Le escribió a su hermano en Australia: “Un sábado decidí, mientras escuchaba un sermón muy aburrido, que bien podría estar disfrutando [la] bendición de mi Salvador como esperando una oportunidad más favorable. […] Decidí dar el paso DE INMEDIATO, y ‘Dios me tomó’. Desde entonces Él NUNCA ME HA DEJADO” (J. Edson White a William C. White, 6 de septiembre de 1893).

Edson decidió servir a Dios entre los exesclavos del sur del país. Era hora de algo diferente.

Continuará…

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