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«Pero vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘Él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo’ » (Marcos 16:7).
Meditemos en la historia de Pedro, uno de los discípulos más cercanos de Jesús. A pesar de los kilómetros recorridos junto al Maestro, Pedro lo negó tres veces durante su juicio. Después de la resurrección de Jesús, un ángel entregó un mensaje a las mujeres en el sepulcro, que decía: «Vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro». Estas palabras son significativas porque revelan el deseo de Jesús de que Pedro fuera restaurado y reconciliado. Pedro experimentó la profundidad de la gracia y la restauración de Dios, que transformó su vida y su ministerio.
El llamado de Dios a la restauración. El mensaje de «decirle a sus discípulos y a Pedro» ilustra el llamado de Dios a la restauración y la reconciliación. No importa cómo hayamos caído o que lo hayamos negado, el amor de Dios nos invita a regresar a su gracia. Hagamos nuestro el ruego del Salmo 51:10: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí».
Arrepentimiento y perdón. La restauración de Pedro comenzó con el arrepentimiento. En Hechos 3:19 se nos recuerda que debemos arrepentirnos y acudir a Dios en busca de perdón. Dios está listo para perdonarnos y restaurarnos cuando acudimos a él con un corazón arrepentido.
Propósito renovado. Después de su restauración, Pedro jugó un papel crucial en la difusión del evangelio. La restauración de Dios a menudo conduce a un sentido renovado de propósito y compromiso con su misión.
Dios nos deja esta promesa en 2 Corintios 5:17: «Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación.
¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!»
La historia de Pedro es un poderoso recordatorio del llamado de Dios a la restauración, el poder del arrepentimiento y el perdón, y el propósito renovado que sigue. Así como Pedro encontró esperanza y propósito después de su negación, nosotros también podemos experimentar la restauración de Dios y continuar su obra con celo renovado.
Oración: Padre celestial, gracias por tu asombrosa gracia y por la restauración que me ofreces.