180 grados
“Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo” (2 Corintios 5:17).
¿Alguna vez te has detenido a pensar que el mundo está en constante cambio? Tú mismo eres diferente ahora, en comparación con el comienzo del año. Tu cabello ha crecido, tu cuerpo se ha estirado un poco, y es posible que hayas ganado algunos kilos. Algunos cambios de la vida son fugaces, otros son permanentes; algunos tardan segundos, otros tardan años en suceder. Sin embargo, hoy vamos a hablar de alguien que experimentó un cambio de 180 grados.
Su nombre era Saulo. Nacido en Tarso, fue fariseo y alumno de Gamaliel, uno de los más importantes maestros y teólogos de la época. En su juventud, Saulo defendió su religión con uñas y dientes; e incluso participó en el apedreamiento de Esteban, la primera persona que murió por Jesús (Hechos 9:2; 7:58; 8:1).
Sin embargo, un día, de camino a Damasco, Saulo escuchó una voz y vio una luz. Era Jesús mismo, que le iluminaba el camino de la salvación y borraba su vieja historia. La luz era tan intensa que lo dejó ciego. Pero Dios envió a Ananías, quien lo bautizó y le devolvió la vista. Después de eso, su vida nunca fue la misma. Dejó de ser perseguidor de cristianos y pasó a ser perseguido por amor a Jesús. Se convirtió en un gran misionero, escribió cartas que componen la mayor parte del Nuevo Testamento, y el resultado de su trabajo ha llegado hasta nuestros días.
¿Cómo está tu vida espiritual? ¿Qué cambios deben tener lugar en ti? Jesús puede dar un giro de 180 grados en tu camino. Si has estado haciendo cosas que no agradan a Dios y has estado caminando por caminos equivocados, date cuenta de que la luz del evangelio brilla en tu corazón y acepta seguir el camino correcto.
Deja que Jesús haga girar tu vida hoy, y experimenta la alegría de andar por el camino de la salvación.