Más dulce que la miel
«Tu promesa es más dulce a mi paladar que la miel a mi boca» (Salmo 119: 103)
«NECESITARÁS UN GOTERO, ZUMO DE LIMÓN, MIEL, SAL, TÉ AMARGO (como el té de boldo) y salsa de soya. Pronto propondremos una prueba, ¿de acuerdo? Pero antes, es bueno que sepas que, aunque haya papilas gustativas repartidas por toda la lengua, debido a la concentración de algunas de ellas en regiones específicas, los sabores pueden ser mejor percibidos en ciertas áreas de la lengua diferentes para cada sabor.
Si te secas la lengua con una servilleta. A continuación pon un poquito de azúcar en la superficie. ¿Sientes algún sabor? Probablemente no. Solo saboreamos los alimentos porque la saliva ayuda a descomponer las partículas que sensibilizan las papilas gudtativas.
Para el salmista, las palabras de Dios son más dules que la miel. Ese sabor nos produce alegría y quienes lo prueban sienten el deseo de volver a probarlo. La verdad es que nadie seguirá las instrucciones de la Palabra de Dios con alegría a menos que pruebe su dulzura.
Sin embargo, la sensación de dulzura no siempre es inmediata cuando leemos la Bblia. Hay períodos en los que no nos sentimos motivados; pero en otros momentos, sentimos que la Palabra de Dios nos reprende y nos corrige. En esos momentos, no debemos resentirnos; al fin y al cabo, un padre que ama también corrige.
Pídele a Dios que agudice tu paladar espiritual y te ayude a sentir la dulzura de aprender en su Palabra.