Valentía
“Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manos delante de todos, diciendo: Yo no soy responsable de la muerte de este hombre; es cosa de ustedes” (Mateo 27:24).
Era la segunda vez que a Jesús lo llevaban a juicio ante el gobernador Pilato. Él comenzó a hacerle preguntas a Jesús, y cada respuesta del Maestro confirmaba lo obvio: era inocente. En aquella época del año, era costumbre liberar a un prisionero y quitarle toda culpa. Pilato no tenía dudas de que Jesús debía ser liberado; no había cometido ningún error. La esposa de Pilato le envió una nota advirtiéndole que, en un sueño, había recibido el mensaje de que Jesús no debía ser condenado. ¡Una confirmación más! Sin embargo, el gobernador tuvo miedo y, en una actitud cobarde, decidió dejar que otras personas decidieran qué hacer con Jesús. La gente gritaba: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Entonces Pilato optó por seguir el consejo de la multitud y, como no tuvo la valentía de hacer lo correcto, se lavó las manos. Pero su corazón permaneció manchado por la cobardía.
No sigas el ejemplo de Pilato. Ante las decisiones de cada día, permanece firme del lado de Jesús y de la verdad. No tengas miedo de hacer lo que sabes que es correcto, aunque quedes aislado, se rían de ti, o la decisión parezca hacerte daño. Jesús no tenía miedo.
Fue valiente hasta el final para demostrar que no se debe ceder a la presión de grupo o hacer cosas malas solo porque la gente lo hace. ¡Sé valiente! No te laves las manos ante tus errores. ¡Sigue el ejemplo de Jesús! Escoge siempre hacer lo que es correcto.