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«El bueno dejará herencia a los hijos de sus hijos, pero lo que posee el pecador está guardado para los justos» (Proverbios 13:22, RVA-2015).
Hablemos sobre la historia bíblica de Rut. La decisión de Rut de permanecer con su suegra, Noemí, después de la muerte de sus respectivos maridos, demostró su elevada lealtad y bondad. Como resultado de sus acciones y su posterior matrimonio con Booz, Rut se convirtió en bisabuela del rey David. Esto demuestra que un legado de fe, bondad y lealtad puede tener un profundo impacto en las generaciones futuras. Veamos más detalles sobre ese legado.
Bondad. Proverbios 3:3 y 4 nos anima a atar la bondad y el amor alrededor de nuestro cuello, y escribirlos en la tabla de nuestro corazón. Un legado de bondad tiene un efecto dominó que afecta para bien la vida de muchas personas.
Fidelidad. La fidelidad de Rut a Noemí y su fe en Dios la llevaron a bendiciones inesperadas. Dejar un legado arraigado en la fidelidad no solo influye en el presente, sino también allana el camino para las herencias espirituales. Hebreos 11:6 nos recuerda que la fe agrada a Dios y tiene recompensa.
Inversión. El fuerte vínculo entre Rut y Noemí ejemplifica el poder de invertir en las relaciones. Rut 1:16 captura su firme compromiso: «Iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios». Nuestra inversión en relaciones puede ser parte del legado que dejamos atrás.
La historia de Rut nos recuerda que un legado de bondad, fidelidad e inversión en las relaciones puede trascender generaciones. El legado de Rut se siente incluso hoy, ya que quedó registrado como parte del linaje de Jesús. Es un testimonio del impacto duradero de vivir una vida arraigada en la fe y el amor.
Oración: Ayúdame, Dios, a ser amable, fiel, y a estar interesado en la vida de quienes me rodean, a fin de dejar así un legado duradero que honre tu nombre.