Conversación particular
“Por esta razón me pongo de rodillas delante del Padre” (Efesios 3:14).
Orar solo es muy bueno, pero muchas personas, cuando se vuelven a Dios, lo hacen tímidamente. Luego, algunos dicen media docena de palabras y terminan el asunto. Si quieres iniciar una amistad más cercana con Dios, si quieres tener conversaciones más largas con él, aquí tienes algunos consejos:
1. Comienza alabando a Dios. ¿Qué es la alabanza? Es elogiar, reconocer quién es él para ti. Dios ¿te protegió de algo? “Gran protector…” ¿Te ha dado Dios sabiduría para actuar en cualquier situación? “Dador de sabiduría…” Finalmente, usa la alabanza que tiene valor en tu relación con él. Las hermosas oraciones de los demás tienen que ver con su relación con Dios, y no necesariamente representan tu experiencia propia con él.
2. El siguiente paso es ser agradecido. Dios es generoso con nosotros de muchas maneras. Y la gratitud específica, decir exactamente por lo que estamos agradecidos, es un reconocimiento de esa generosidad.
3. Luego viene la intercesión. Es una de las partes más importantes de la oración, porque ahí es cuando quitas el enfoque de ti mismo y pides en nombre de otra persona. Cada vez que nos preocupamos genuinamente por los demás, sucede un milagro: nuestro problema se hace más pequeño y se vuelve más fácil de manejar.
4. Después, viene la petición a Dios. Es hora de exponer nuestra necesidad de orientación, cuidado, intervención, etc., y hacemos esto porque dependemos de él.
5. La oración no debe terminar sin que expreses tu arrepentimiento y tu confesión. Recuerda: Todos somos pecadores y de alguna manera hemos quebrantado la Ley de Dios. Entonces, antes de concluir la oración, pide perdón y clama a él por ayuda para vivir a la altura de su gracia.
¡Hablar con Dios es un privilegio! Si sigues estos pasos con fe, pasarás mucho tiempo en contacto con el Mejor y el Más Grande.