Bondad y misericordia
“Pero Dios tenía compasión, perdonaba su maldad y no los destruía; muchas veces hizo a un lado el enojo y no se dejó llevar por la furia” (Salmo 78:38).
El Salmo 78 fue compuesto por el jefe de los músicos de David. Su nombre era Asaf. En este salmo, narra parte de la historia de Israel, mostrando cuán pecador era ese pueblo. Aun así, Dios fue paciente y misericordioso con ellos.
Dios había hecho un trato con la nación de Israel: él sería su Dios y ellos serían su pueblo. Dios siempre ha cumplido su parte del trato. ¿Y los israelitas? No. Ellos no caminaron de acuerdo con la Ley de Dios, desobedecieron sus órdenes, se quejaron, adoraron dioses paganos y se dejaron influenciar por los pueblos vecinos. Era un problema tras otro.
A su vez, Dios abrió el mar Rojo para que pasara el pueblo. Hizo una nube para guiarlos y protegerlos en el desierto durante el día, y de noche una columna de fuego alumbraba y calentaba su campamento. Incluso sacó agua de la roca para saciar su sed. ¡Pero la gratitud era algo raro para estas personas! En cambio, desafiaron a Dios. Querían más y más milagros. Había tanta desigualdad en esta relación que, en un momento del Salmo 78, Asaf dejó de describir la maldad y simplemente escribió: “Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira” (Sal. 78:38, NVI).
¿Por qué no se dejó llevar “del todo”? Porque a veces, para que Israel se diera cuenta de su error y regresara a él, Dios los disciplinaba. ¡Pero lo hizo bien! Cualquiera podría haberse dado por vencido con estas personas complicadas y desobedientes, pero Dios fue bondadoso y misericordioso.
¡Cuántas bendiciones ha derramado Dios en tu vida! Algunas de estas veces es posible que ni siquiera te hayas dado cuenta. Hoy, haz algo diferente de las personas descritas por el salmo de Asaf. Piensa en las cosas que Dios ha hecho por ti, y no termines este día sin agradecer la bondad y la misericordia del Señor.