Ejecutar a un hijo desobediente – parte 1
“El que insulte a su padre o a su madre, será condenado a muerte” (Éxo. 21:17).
Insultar a los padres no es precisamente un comportamiento muy cristiano; pero ejecutar a un hijo por hacerlo tampoco parece algo que Jesús haría. ¿Recuerdas la historia que Jesús contó sobre el hijo pródigo? Cuando pidió su herencia, básicamente le estaba diciendo a su padre: “Ojalá estuvieras muerto”. A pesar de eso, su padre anhelaba que regresara. ¿No habría sido mejor que le hubiera dado una piedra al hijo fiel, diciéndole: “Lánzale tú la primera piedra”?
Algunas mentalidades “cristianas” exhortan a cumplir “su” interpretación de la ley del Antiguo Testamento (que hace mucho hincapié en los que merecen ser apedreados y poco en salvar a los perdidos o atender a los pobres); pero la interpretación de la Biblia sobre las leyes de Dios es más flexible, inclinándose siempre hacia el amor y la gracia. Incluso en el Antiguo Testamento, Dios establece reglas en un libro que luego anula más adelante. Te pongo un ejemplo.
“El que tenga los testículos aplastados o amputado su miembro viril, no podrá ser admitido en la congregación del Señor. El hijo bastardo no podrá ser admitido en la congregación del Señor, ni aun después de la décima generación. Los amonitas y los moabitas no serán nunca admitidos en la congregación del Señor, ni aun después de la décima generación” (Deut. 23:1-3).
Suena duro, ¿verdad? Sin embargo, los israelitas dieron la bienvenida a Rut, la moabita, que llegó a ser abuela del rey David. La genealogía de Jesús incluye a personas nacidas fuera del matrimonio y ninguna de ellas fue excluida. En Isaías 56:3 al 5, dice: “Si un extranjero se entrega al Señor, no debe decir: ‘El Señor me tendrá separado de su pueblo’. Ni tampoco el eunuco debe decir: ‘Yo soy un árbol seco’. Porque el Señor dice: ‘Si los eunucos respetan mis sábados, y si cumplen mi voluntad y se mantienen firmes en mi alianza, yo les daré algo mejor que hijos e hijas; les concederé que su nombre quede grabado para siempre en mi templo, dentro de mis muros; les daré un nombre eterno, que nunca será borrado’ ”.
Cuando Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto, dejó claro que su religión no se parecía a la de los cananeos, que tenían costumbres como la castración. Cuando esto se entendió, Dios abrió las puertas para incluir a todos los que quisieran seguirlo. Pero ¿qué deberíamos hacer con mandatos como el de matar a los hijos desobedientes? Mañana hablaremos de eso.
Continuará…