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«Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe» (Hebreos
11:7).
La historia de Noé muestra su produnda fe en las promesas de Dios. En medio del ridículo y la duda, Noé obedeció diligentemente el mandato de Dios de construir el arca. Su fe resultó en la preservación de su familia y de muchos animales del mundo durante el gran diluvio universal. La confianza de Noé en la guía de Dios, incluso frente a lo desconocido, sirve como un ejemplo notable.
Firme fe. La historia de Noé nos enseña el poder de una fe firme. Cuando Dios llama, podemos confiar en sus promesas, incluso cuando parezcan poco convencionales o desafiantes.
Obediencia y diligencia. La obediencia y la diligencia de Noé al construir el arca enfatizan que la fe requiere acción. Nuestra fe se demuestra cuando seguimos con obediencia los mandamientos de Dios.
Provisión divina. La experiencia de Noé afirma la protección y la provisión de Dios para quienes ponen su confianza en él. Así como Dios preservó a Noé y su familia, vela por nosotros. Isaías 43:2 promete: «Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirás sus aguas».
La historia de Noé resalta la importancia de la firmeza en la fe y la diligencia obediente al plan de Dios. Su confianza en las promesas de Dios y su voluntad de actuar son un ejemplo para seguir, y nos recuerdan que la fidelidad de Dios perdura en todas las circunstancias.
Oración: Padre celestial, concédeme una fe firme como la de Noé.