¿Ola?
“Pero tú, Señor, en las alturas, eres más poderoso que las olas y que el rugir de los mares” (Salmo 93:4).
¿Has oído hablar de las “olas gigantes”? Miden hasta 18 metros de altura, el equivalente a un edificio de seis pisos. Este fenómeno ha sido estudiado por expertos. En altamar, estas olas pueden causar estragos y destruir embarcaciones enteras. Este es solo un ejemplo de la fuerza de la naturaleza.
¿Qué puede ser más poderoso que las aguas y las olas del mar? El versículo de hoy trae la respuesta: Dios. Al sonido de su voz, el mar se calma y las olas pierden su fuerza. Cuando él manda, toda la naturaleza obedece: los animales más feroces, la ola más grande, el viento más fuerte… la Creación cumple las órdenes del Creador. ¡Qué Dios tan poderoso!
Nuestra vida también puede ser como un mar: a veces tranquila y serena; otras, agitada y con grandes olas, que destruyen nuestros sueños y nos quitan la paz. Cuando llegan las olas, a veces nos olvidamos de los momentos de calma y perdemos la esperanza. Si esto te sucede, recuerda que así como Dios es el Señor de las olas también tiene el poder de calmar lo que suceda en tu corazón.
¿Cómo está el mar de tu vida hoy? ¿Necesitas a alguien que calme estas olas? Cuenta con el Dios que todo lo puede. Esta ola no es nada para él. ¡Créelo!