¡Es justo!
“Y el Señor envió una plaga sobre el pueblo por haber adorado al becerro que Aarón les hizo” (Éxodo 32:35).
Si tus amigos adoraran un becerro de oro, ¿tú también harías eso? “Por supuesto que no”, podrías responder. ¿Será así? Mucho de lo que hacemos –¡hasta las cosas más extrañas!– es el resultado de la influencia de las personas que nos rodean. Aarón lo vivió en carne propia. “Los israelitas […] se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: ‘Anda, haznos dioses que nos guíen’ ” (Éxo. 32:1). El miedo, la incertidumbre y la inseguridad nos hacen aceptar la presión de los compañeros. ¿Alguna vez has sido influenciado por la multitud? ¿De qué tenías miedo?
“Todos se quitaron los aretes de oro que llevaban en las orejas, y se los llevaron a Aarón” (Éxo. 32:3). A veces, la influencia es tan grande, que entregamos todo lo que tenemos sin darnos cuenta de la tontería que estamos haciendo.
Aarón fundió todo el oro y le dio forma de becerro; y el pueblo, que adoraba al Dios vivo, comenzó a adorar a ese ídolo. Dios estaba triste, pero después de que Moisés hiciera que los israelitas entendieran su pecado y le rogara a Dios que los perdonara, fueron perdonados. ¿Crees que Dios pasó por alto lo que había hecho el pueblo de Israel? ¿Crees que no fueron castigados por ello? Vuelve a leer el versículo principal de hoy. ¡Dios es justo!
A menudo, la influencia de amigos y otras personas con las que interactuamos puede llevarnos a cometer tonterías. Dios siempre nos ama, incluso cuando tomamos decisiones equivocadas, pero él es justo y no nos ahorra las consecuencias de nuestras malas decisiones. ¡Así que, decide hacer lo correcto hoy y siempre!