Matutina para Adultos, Jueves 06 de Mayo de 2021

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¿Vana o válida?

“Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:13, 14).

Los hermanos de Corinto necesitaban fortalecer el tema de la resurrección. No se trataba de un problema moral, ético, cultural o eclesiológico; era un asunto doctrinal.

Pablo escribe que recibió y transmitió las enseñanzas de la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo, basadas en la Escritura, la revelación y el testimonio de los quinientos testigos del Cristo resucitado. Si Cristo no resucitó, entonces no hay resurrección de los muertos. Negar una es negar ambas; y es, en definitiva, negarlo todo. Así, nos quedamos con nada. Una fe vana es vacía, hueca, sin fundamento; una fe valida es auténtica, verdadera, porque está basada en la palabra de Jesús.

Para Pablo, Cristo es el Autor y el Restaurador de la vida. Elena de White dice que cuando Cristo estaba todavía preso en su estrecha tumba, la piedra en su lugar, el sello romano intacto, los guardias romanos y los ángeles del mal y del bien custodiaban el lugar. Si hubiese sido posible, el enemigo lo habría retenido para siempre allí. De pronto, se quita la piedra y se escucha: “Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama”. Así, Jesús sale de la tumba con divina majestad y proclama: “Yo soy la Resurrección y la Vida”. 

De este modo, lo que parecía victoria de Satanás se transformó en la gloriosa victoria del Señor. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno. El fin del pecado y todas sus consecuencias estaba asegurado.

La voz que clamó desde la Cruz: “Consumado es” fue oída entre los muertos. Atravesó las tumbas y ordenó a los que dormían que se levantasen. Muy pronto, en el regreso de Jesús, esta escena se repetirá. La misma voz atravesará los sepulcros y los muertos en Cristo resucitarán. “En ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 731. Énfasis del autor.)

¿Puedes imaginar este momento maravilloso? Nuestra fe no es vana, es válida.

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