Matutina para Adultos | Jueves 08 de Junio de 2023 | “Gracia para el oportuno socorro”

“Gracia para el oportuno socorro”

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

En el año 250 d.C., el emperador romano Decio decretó que los cristianos debían abandonar su fe o morir. Muchos sellaron su fidelidad al Señor con su propia vida; pero otros renegaron de la fe y decidieron participar en actos de culto de la religión civil romana, los cuales incluían adorar la figura del emperador y ofrecerle sacrificios. Cuando aminoró el fuego de la persecución, algunos recapacitaron y pidieron ser readmitidos en la iglesia. El tema de la reinstauración de los apóstatas suscitó arduos debates. Dirigentes como Tertuliano y Novaciano creían que la apostasía era un pecado imperdonable y que, por ende, los apóstatas no debían volver a ser admitidos en la comunidad de creyentes. Otros diferían de esa opinión. Por ejemplo, Cornelio, el obispo de Roma, argüía que todo el que se arrepintiera de su apostasía podía ser perdonado.

Si te tocara vivir en esa época, ¿a quién acudirías? ¿Al obispo de Roma, que perdona y acepta, o a Novaciano, que condena para siempre? ¿Qué crees que hizo la gente? La mayoría acudió al obispo de Roma, pues la gente de aquella época, igual que nosotros hoy, quería recibir empatía y perdón.

Gracias a Dios, el mensaje de Hebreos sigue siendo que en todo momento, en los tiempos de Decio o en los nuestros, si necesitamos ser perdonados, Cristo, nuestro Sumo Sacerdote siempre estará listo para perdonarnos y admitirnos en su iglesia. Hebreos describe la mediación sacerdotal del Señor como un elemento continuo, pues él “vive siempre para interceder por ellos” (Heb. 7:25, NVI). “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre” (1 Tim. 2:5).

Si sentimos que nuestra vida espiritual está a punto de desfallecer a causa de las pruebas y las dificultades, y que nos hemos convertido en un conjunto de caídas, decepciones y fracasos, nos conviene tener esto presente: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16). ¿No es una hermosa promesa? Si nos acercamos a Dios, él nos recibirá con gracia y misericordia; es decir, con empatía y perdón.

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