“Llene de bondad a cada voluntad”
“Que nuestro Dios […] llene de bondad a cada voluntad” (2 Tesalonicenses 1:11, JBS).
Es el partido decisivo de la serie. La Universidad Occidental de Oregón se enfrenta a la Universidad Central de Washington. Hay dos corredoras en base, y Sara Tucholsky viene a la caja de bateo. Aquí viene el lanzamiento, Sara hace swing y la bola vuela y vuela, y cruza la verja. ¡Es la primera vez que Sara pega un cuadrangular en toda su carrera! Llena de emoción y aires triunfales comienza su recorrido. Pero al pasar la primera base, se rompe un ligamento de la rodilla y no puede continuar su recorrido. ¡Qué situación insólita! ¿Cómo se podrá resolver?
El árbitro es muy claro: si Sara es sustituida por una corredora emergente, entonces el batazo no sería un cuadrangular, sino un sencillo; por otro lado, las reglas prohiben que Sara haga el recorrido siendo ayudada por sus compañeras de equipo. Mientras los árbitros y los líderes de los dos equipos tratan de encontrar una solución, Mallory Holtman y Liz Wallace, dos jugadoras del equipo contrario, preguntan: “¿Podríamos nosotras cargarla para que ella complete el recorrido?” El árbitro dijo que eso no estaba prohibido. Así que Mallory y Liz, en un acto de heroísmo deportivo, tomaron en sus brazos a su contrincante y la ayudaron a completar su cuadrangular.
La experiencia de estas jóvenes pone de manifiesto lo dicho por Pablo: contra la “bondad […] no hay ley” (Gál. 5:22, 23). La palabra griega traducida aquí como “bondad” es agathōsynē, un vocablo que alude a una “cualidad moral positiva que se caracteriza especialmente por el interés en el bienestar de los demás”.¹¹⁸ ¿Acaso no fue eso lo que hicieron Mallory y Liz? Aun sabiendo que si ayudaban a Sara su equipo quedaba fuera de la competencia, prefirieron ser bondadosas a ser ganadoras. Ellas demostraron que ser bondadoso prima sobre nuestros intereses personales.
Pablo identificó a los creyentes de Roma como “llenos de bondad” (Rom. 15:14). A causa de que la bondad es un don que el Espíritu nos concede libremente, asegurémonos de entrar en contacto con él cada día, para que nuestra voluntad al actuar esté siempre llena de ese rasgo, que se caracteriza por un genuino interés en el bienestar de los demás (por encima, incluso, del propio). Eso es algo que solo puede venir de Dios. Que él llene de bondad nuestra voluntad.
118 William Arndt, Frederick W. Danker, et al., A Greek-English lexicon of the New Testament and other early Christian literature (Chicago: University of Chicago Press, 2000), p. 4.