El Dios triunfante
“Despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15).
¿Realmente entendemos las repercusiones del sacrificio de Cristo en la Cruz? ¿Captamos realmente cuán abarcador es lo que sucedió en el Calvario?
Por lo general, nos fijamos en lo que sucedió en el Calvario en relación exclusivamente con nuestra salvación, la cual Cristo garantizó allí; pero hay otros asuntos de importancia vital que necesitaban también resolverse y que se resolvieron en la Cruz. Entre esos asuntos, estaba “despojar” a Satanás, es decir, “quitarle su armadura”, “dejarlo sin ropa”8 que cubriera lo que realmente es, desenmascarar a ese enemigo que trataba de adueñarse de este mundo usurpando el lugar de Dios. Jesús quería que todo el universo se diera cuenta de que el descrédito que Lucifer había arrojado sobre el carácter de Dios se basaba en mentiras, como la acusación de que Dios es un tirano que solo quiere obediencia ciega o que no desea nuestra plenitud. El amor y el sacrificio manifestados por el Señor en la Cruz echan por tierra semejantes acusaciones, permitiéndonos ver claramente quién es y cómo es el enemigo de las almas.
En la Cruz, Cristo no solo desenmascaró a Satanás, que había establecido en la Tierra un principado, sino también derrotó para siempre a los terribles poderes del pecado y la muerte, que eran los que realmente ejercían una tiranía sobre la raza humana. Gracias a lo que Cristo Jesús hizo en la Cruz, ya no hay más condenación para nosotros. Gracias al sacrificio de Cristo en el Calvario, ya no habrá presencia eterna del pecado en nuestro medio. Gracias a la muerte de Jesús en la cruz, nuestra deuda fue saldada; el dominio del mal fue neutralizado; el pecado ha sido sentenciado a desaparecer en raíz y rama, y la muerte ha sido vencida para todo aquel que crea en lo que sucedió aquel día. Por fe, tendremos vida eterna en Cristo Jesús. ¡Gloria a Dios!
En la Cruz, Dios exhibió públicamente la verdadera naturaleza de Satanás y del pecado. Ya no es posible que engañe más, porque todo el universo ha visto su odio contra el santo Hijo de Dios. De manera pública quedaron exhibidas su maldad, sus mentiras y su crueldad. Ahora los cristianos sabemos que Satanás es el enemigo de Dios y el nuestro. ¡En la Cruz quedó retratado el Dios triunfante!
8* Ver Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 210, “Despojado”.