“Él nos oye”
“Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).
Luego de haber conquistado a Og, rey de Basán, y haber repartido su tierra, Moisés elevó esta sincera oración: “Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte y el Líbano” (Deut. 3:25). Sin embargo, sorprende la reacción de Dios a dicha plegaria. Leamos el versículo 26: “Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó, sino que me dijo: ‘¡Basta!, no me hables más de este asunto’ ”. ¿Qué tenía de malo la petición de Moisés? ¿Acaso era un pedido ilegítimo? ¿Por qué le responde el Señor: “No me hables más de este asunto”? ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si Dios nos dijera algo así? Tratemos de entender lo que estaba pasando.
En reiteradas ocasiones, el Señor le había dejado muy claro a Moisés que no entraría a la tierra prometida: “Jehová dijo a Moisés: ‘Sube a este monte Abarim y verás la tierra que he dado a los hijos de Israel. Después que la hayas visto, tú también serás reunido con tu pueblo’ ” (Núm. 27:12, 13); y en Deuteronomio 1:37, el Señor le dijo: “Tampoco tú entrarás allá”. La oración de Moisés, “Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena” parece que pretendía alterar la voluntad divina, ¡y eso fue lo que molestó al Señor! ¿Será que nosotros también oramos así? Elevamos plegarias que, desde nuestra perspectiva, son completamente legítimas, buenas, convenientes; no obstante, es posible que nuestros más caros deseos no estén en sintonía con los planes que Dios tiene para nosotros. Por eso Pablo nos asegura que “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos” (Rom. 8:26). Aunque la petición de Moisés nos parezca justa y piadosa, no le convenía seguir insistiendo en recibir lo que no era para él.
A nosotros, Dios también nos dice: “Dejen de pedir lo que no les conviene”. Si oramos correctamente, él cumplirá esta promesa: “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). La esencia de la oración radica en dejar que el Señor cumpla su soberana voluntad en nuestra vida. Eso era lo que necesitaba aprender Moisés, y eso es lo que necesitamos aprender nosotros también.