“ ‘Sí’ en Cristo”
“Todas las promesas que ha hecho Dios son ‘sí’ en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos ‘amén’ para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20, NVI).
En un país oriental, un rey sentenció a muerte a un criminal. Como suele suceder, antes de ejecutar la sentencia se le pidió al criminal que expresara un último deseo. “Su majestad, lo único que realmente deseo es beber un vaso de agua”. El rey mostró misericordia y ordenó que se le trajera un vaso de agua al pobre hombre, para que saciara su sed antes de morir.
Cuando recibió el agua, el hombre comenzó a temblar, y no podía llevarse el vaso a la boca. El rey le pidió que se tranquilizara y le prometió: “No morirás hasta que te bebas el agua”. El criminal se detuvo a pensar en esas palabras: “No morirás hasta que te bebas el agua”. ¿Si no bebía el agua seguiría con vida? Entonces, hizo lo que nadie esperaba, “repentinamente abrió la mano y dejó caer el vaso de agua al suelo”. Luego miró al rey y le dijo: “Ahora reclamo la palabra real. Usted dijo que mi vida no corría peligro mientras no bebiera el agua. ¡Ahora ya no podré beberla!” El rey tuvo que cumplir su palabra y el hombre quedó vivo.²⁴⁰
Si un rey humano honró la promesa que había hecho, ¿acaso será diferente el Rey del universo? Cristo vino al mundo para asegurarnos que Dios no fallará, que sus promesas son fieles y verdaderas. Pablo captó esto al decir: “Todas las promesas que ha hecho Dios son ‘sí’ en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos ‘amén’ para la gloria de Dios” (2 Cor. 1:20, NVI). En Cristo, cuando de las promesas divinas se trata, la respuesta de Dios para nosotros siempre será un sí definitivo. Busca esas promesas en las Escrituras, atesóralas en tu corazón, memorízalas en tu mente, reclámalas con tu boca; puedes tener la certeza de que en Cristo está el sí para esa promesa que necesitas.
Dice Elena de White que “deberíamos tomar las promesas de Dios una por una y examinarlas estrechamente, por todos lados, para apoderarnos de su riqueza y ser aliviados, consolados y fortalecidos por ellas” (Promesas para los últimos días, p. 11). Hoy puedes dejar “caer el vaso” y decirle a Dios: “Gracias, porque en Cristo todas tus promesas son un sí para mí”.
240 Sergio V. Collins, Decide hoy (Miami, Florida: IADPA, 2000), p. 371.