Matutina para Adultos | Lunes 18 de Marzo de 2024 | El Dios que ama incondicionalmente

Matutina para Adultos | Lunes 18 de Marzo de 2024 | El Dios que ama incondicionalmente

El Dios que ama incondicionalmente

“Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Si hay algo seguro en este mundo, algo que está más allá de toda duda razonable, es el amor de Dios por nosotros. Su amor no tiene límites ni necesita nada por nuestra parte que lo justifique.

En la experiencia humana, el acto de amar ocurre en un contexto que lo justifica. Así, por ejemplo, el hombre ama a la mujer por su belleza, su ternura, su comprensión, o por la forma en que lo hace sentir consigo mismo; y la mujer ama al hombre porque él la valora, la protege, la afirma o le dice lo que necesita oír. Los padres aman a sus hijos porque los llenan de gozo, son obedientes o los hacen sentirse realizados; los hijos aman a sus padres porque les proveen seguridad y todo lo material que necesitan. En toda expresión humana del amor hay una justificación. Sin embargo, el amor de Dios rompe este patrón.

Lo inexplicable del amor de Dios por nosotros es que ocurre en un contexto que no tiene justificación, que nos deja perplejos e incapaces de entender por qué nos ama tanto. El mismo Pablo reconoce que tal vez alguien decida morir por alguna persona buena, pero dar la vida por alguien que es malo, que hizo lo malo, que merece morir, eso no tiene justificación (lee Rom. 5:7). Pues bien, esta es la manera en que Dios ha mostrado su amor para con nosotros. No es que nos trató con simpatía porque éramos dignos de simpatía; no es que abogó para que nos dieran otra oportunidad porque éramos merecedores de otra oportunidad; no es que dejó las puertas de su casa abiertas para nosotros porque nosotros las teníamos abiertas para él. Es que, siendo nosotros malos, habiéndonos rebelado en su contra, habiendo pecado abiertamente, habiéndonos alejado para escondernos de él y mereciendo todo el mal que pudiera sobrevenirnos, Dios decidió morir por nosotros para que seamos salvos. Se mostró amigo cuando nosotros éramos aún sus “enemigos” (vers. 10), cuando no habíamos cambiado nuestra forma de pensar acerca de él, cuando no nos habíamos comprometido a ser agradecidos, obedientes o a tener una actitud digna de él.

Dios mostró su amor por ti sin esperar a que tú hicieras algo que justificara su amor. Ahora, ¿qué harás con un amor así? ¿Seguirás buscando razones en Dios y en los demás que justifiquen tu amor, o lo amarás, tanto a él como a tus prójimos?

Esta entrada tiene un comentario

  1. Concepción

    Bendiciones para difundir la palabra DE DIOS

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