Matutina para Adultos, Lunes 26 de Abril de 2021

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“Todo está bien”

“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla” (1 Corintios 10:13).

Los hermanos de Corinto pensaban que sus pruebas eran las más grandes. Sin embargo, Pablo les dice que sus cargas eran parecidas a la de todos. Por eso, los anima recordando que la fidelidad de Dios es la base de nuestra seguridad. Es indispensable la confianza en la promesa y no entrar en la presunción de ir a terreno enemigo, desoyendo advertencias divinas. 

La promesa garantiza que Dios impedirá que el enemigo coloque una carga más allá de nuestras fuerzas. Dios no es autor del sufrimiento; él vino para terminarlo. Él no tienta a nadie, pero cuando lo permite es porque tiene un propósito más elevado que ese dolor. Hay dos tipos de dolor: según el mundo y según Dios.

El primero es destructivo, el segundo es constructivo. Es una prueba de fe que extrae lo mejor de nosotros. Es una salida provista por Dios. Como asumió Jesús, esa vía victoriosa de escape reside en el seguro “Escrito está”.

Horatio Spadfford era un exitoso abogado que enfrentaba una suma de adversidades, como la muerte de su hijo por escarlatina, situaciones financieras apremiantes y un voraz incendio que consumió casi todos sus bienes en 1871. Invitado por su amigo, el evangelista D. L. Moody, decidió viajar con su familia con el objetivo de descansar y visitar a sus amistades en Inglaterra. A último momento, él tuvo que permanecer y la familia viajó sola. En el Atlántico, el navío donde viajaban sus amados colisionó con el buque inglés Lorchean y se hundió en doce minutos. La mayoría de los pasajeros y la tripulación se ahogó en las aguas del océano. Entre las víctimas fatales, estaban las cuatro hijas de Spafford. Su esposa logró sobrevivir y llegar a Gales.

Una vez allí, consiguió enviar este mensaje por telégrafo: “Salva sola, estoy bien. Tengo paz, gloria a Dios”. Spafford tomó el primer barco y viajó a encontrarse con su esposa. En la zona donde el barco con sus hijas se había hundido, escribió un himno que es muy reconfortante para todos los atribulados en el mar de la aflicción. Un himno que ha fortalecido a miles a través de los tiempos: “Todo está bien con mi alma, tengo paz”.

Querido lector, tanto la tentación como el dolor provienen del enemigo. El hombre culpa al Creador por la obra del corruptor. Dios puede permitirlo con un propósito de salvación. Dios te fortalece y te da una salida. Aun con lágrimas en los ojos, puedes cantar: “Todo está bien con mi alma, tengo paz, gloria a Dios”.

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