¡Cuidado, que te fascina!
“¡Gálatas insensatos!, ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente crucificado?” (Gálatas 3:1).
El capítulo 3 de Gálatas es teología bíblica, pura y profunda. Se destacan cuatro temas:
1. Pablo queda impresionado por la insensatez de los gálatas en renunciar al evangelio de la gracia y ampararse en el evangelio de la salvación por las obras. Debemos huir a toda costa de una religión basada en nuestros méritos.
2. Pablo había sido portador de un mensaje y una enseñanza claros y sólidos del Cristo crucificado. Pero, aun así, los gálatas se estaban apartando de esas enseñanzas. Esto muestra que no basta con conocer e incluso tener contenido profundo, es necesario someter nuestra vida a Cristo.
3. La salvación es una gracia a nosotros imputada. La fe demostrada por Abraham fue acreditada en su cuenta en el cielo, quitando su deuda, y Dios lo consideró justo. Las obras no tuvieron ninguna relación con el hecho de haber alcanzado ese crédito favorable en los libros del cielo. Dios simplemente le ofreció la salvación, y él aceptó por la fe. Sus propios esfuerzos nunca podrían haber comprado esa bendita condición.
4. Ante Cristo, no hay favoritos. En el Reino de Cristo, todos están cubiertos por la misma ropa de la justicia de Cristo, recibida por la fe en Jesucristo: hombres y mujeres, judíos y no judíos. Basta con aceptar y vivir por la fe.
5. Quien está en Cristo es heredero de las promesas alcanzadas por él a través de su muerte.
Los gálatas se dejaron fascinar. Pablo se pregunta quién los fascinó, para dejar la verdad y creer que podemos ser salvos por méritos u obras. La gente se fascina por cualidades extraordinarias, por cosas cinematográficas y virtuales. Otros se fascinan por miradas cautivadoras. Las serpientes fascinan a sus presas, y ejercen un dominio atemorizante. Otros se fascinan por el brillo o el valor de las piedras preciosas o un diamante. Están los que se fascinan por personas y se dejan atraer de manera irresistible. Puede ser para el mal o para el bien.
No te dejes fascinar por la antigua serpiente, lista para engañar y destruir. No te dejes fascinar por brillos provisorios de evangelios inexistentes. Mejor, déjate fascinar de manera irresistible por Jesús y su gracia, que nos salva de todo pecado, y ofrece tu vida en gratitud y compromiso.