Matutina para Adultos | Martes 3 de junio de 2025 | «¿Quién es mi prójimo?»

Matutina para Adultos | Martes 3 de junio de 2025 | «¿Quién es mi prójimo?»

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Matutina para Adultos

«»¿Y quién es mi prójimo? […] El que usó de misericordia con él». Entonces Jesús le dijo: «Ve y haz tú lo mismo»»

(Lucas 10: 29, 37).

Uno de nuestros hijos y unos amigos casi adolescentes habían salido a dar un paseo en el vehículo de una compañera cuando, en una carretera poco transitada de la Francia rural donde vivíamos entonces, se encontraron con un insólito imprevisto: un hombre azorado, que llevaba de la mano a un niño y un cordero, les rogó que se detuvieran.

Los jóvenes preguntaron en qué le podían ayudar, y el hombre les contó que había tenido un grave percance y necesitaba urgentemente reunirse con su familia para poder celebrar juntos la «Fiesta del Cordero» o «Fiesta del Sacrificio» (en árabe se llama Aid El Kebir o Eid al-Adha), la festividad anual más importante del islam. En la tradición musulmana esta fiesta celebra la misericordia divina gracias a la cual Abraham pudo ofrecer a Dios un cordero en lugar de a su hijo. (Según la Biblia ese hijo era Isaac; y según el Corán, Ismael).

A la conductora le impactó la importancia que tenía para aquel hombre llegar a tiempo con su cordero a la celebración familiar. Y como todos los pasajeros no cabían en su pequeño vehículo, sin conocer al musulmán de nada, decidió prestarle el automóvil para que él, su hijo y su cordero llegasen a tiempo a la fiesta. Ella y sus amigos regresarían a casa a pie, quedando en que el desconocido le devolvería el vehículo al día siguiente en la dirección indicada.

Los jóvenes amigos quedaron impresionados por la generosidad de la propietaria del automóvil, hija de un profesor de Biblia del colegio al que nuestro hijo asistía, y se preguntaron si no había sido una gran imprudencia entregar el vehículo así, por las buenas, a un desconocido.

Al día siguiente, sin falta, el agradecido musulmán estaba a la puerta del domicilio de la dueña del automóvil, trayéndole la parte mejor del cordero asado como gesto de agradecimiento por su magnífica actitud.

Lo que el hombre no supo, pero los amigos de la chica sabían desde el primer momento, es que ella era judía.

Señor, abre mis ojos hoy para que vea en cada persona con la que me encuentre un hijo tuyo, una hija tuya, un hermano mío, una hermana mía.

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