El Dios que nos enseña a orar
“Jesús dijo: ‘Deberían orar de la siguiente manera’ “ (Lucas 11:2, NTV).
“Deberían orar de la siguiente manera…”. Con estas palabras comenzó Jesús a complacer un pedido que le hizo uno de sus discípulos, quien tras encontrarlo orando le dijo: “Señor, enséñanos a orar” (Luc. 11:1). Y tú, ¿le has pedido al Señor que te enseñe a orar? Jesús, que ya anteriormente había dado principios para la oración (lee Mat. 6:5-8), aquí decidió mostrar un modelo de oración. Lo primero que queda en claro es que Dios piensa que todos podemos aprender a orar. Es alentador saber que, aunque nadie nace siendo un experto en la oración, podemos aprender, y para ello tenemos un modelo para leer, analizar y aplicar. De hecho, nunca terminaremos de aprender a orar, porque la oración es una relación viva con Dios, algo orgánico y dinámico, y la Persona de Dios es inagotable.
También resulta evidente que Dios desea que aprendamos a comunicarnos con él a través de la oración; si así no fuera, no hubiese dedicado tiempo a enseñarnos a orar. Dios desea que oremos porque quiere que la oración nos sirva para fortalecer nuestra relación con él.
Cuando echamos una mirada a la Oración Modelo de Jesús, podemos percibir que se trata de un diálogo entre dos personas que comparten todas las cosas importantes de su vida y entre las cuales hay confianza, compañerismo e intimidad. Según Jesús, tal como se desprende del Padrenuestro, la oración es un medio de profundizar en nuestra relación con él. Y, de hecho, la forma en que Jesús enseñó a orar indica que orar es algo que debemos hacer diariamente
Un retrato de Dios que vemos en la oración modelo es que él es nuestro Padre, al que le gusta que sus hijos nos comuniquemos con él desde la cercanía y la confianza, con palabras sencillas y abriéndole el corazón, así como lo haríamos con nuestro padre que nos ama. No hemos de orar con palabras formales o pensadas para impresionar a otros, sino de manera directa y sentida.
En cuanto a la temática, Jesús nos enseña en el Padrenuestro que lo que debemos elevar a Dios en oración son las cosas reales del día a día, lo que nos importa y nos preocupa, como las necesidades físicas (el pan diario), las espirituales (el perdón de Dios y el humano), o la lucha que libramos contra la tentación.
En realidad, el Padrenuestro, más que una oración para repetir, es una forma infalible de hacernos amigos de Dios. ¿Te parece si oramos ahora mismo?