“Escoge, pues, la vida”
“He puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan” (Deuteronomio 30:19, RVC).
Una antigua tradición judía recogida en los rollos del Mar Muerto dice que Dios ha puesto dos caminos en la vida de los seres humanos. Esos caminos se hallan dirigidos por dos espíritus contrarios: el de la verdad y el de la perdición. Los hijos de la verdad “van por los caminos de la luz (esto es, de acuerdo con la voluntad de Dios), y los hijos de la perdición marchan por los caminos de las tinieblas”. Uno de los rollos agrega: “En realidad, ningún hombre determina su camino, ninguno dirige sus propios pasos, antes bien de Dios (es) la decisión, y de su mano viene el caminar perfecto”.¹¹²
Si bien es cierto que el “caminar perfecto” viene de Dios, quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer (Fil. 2:13), conviene matizar algo: según la Biblia, a nosotros sí nos toca escoger por qué camino andar. Él no tomará esa decisión por ti.
Nuestras pisadas transitarán por el camino de la verdad o por el de la perdición. ¿Por cuál de los dos anda tu vida en estos momentos? A ti te corresponde escoger la ruta. Moisés lo expresó con estas palabras: “Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan” (Deut. 30:19, RVC). Tú escoges. Tú decides.
Muchos, desconsolados por sus reiteradas caídas, se han detenido o han retrocedido en su peregrinaje espiritual. Pero no olvidemos que “la vida de un verdadero cristiano es siempre hacia adelante. No hay pausas ni retrocesos” (Testimonios para la iglesia, t, 2, p. 462). Hay caídas, pero no por ello hemos de detener nuestra marcha. Si nos caemos, Dios nos ayuda a levantarnos, nos “venda las heridas” (Sal. 147:3, DHH) y seguimos viaje hacia el reino de los cielos.
Si no queremos desmayar en nuestro viaje a la Tierra Nueva; si queremos “andar como es digno del Señor”, hemos de fijar nuestra mirada en Jesús y decidirnos por él. Como el salmista podemos decir: “Escogí el camino de la verdad” (Sal. 119:30). Si lo hacemos, Dios promete darnos vida.
112 G. Ebel, “Peripatéo: Camino, comportamiento”, en Diccionario teológico del Nuevo Testamento (A-L)), Lothar Coenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard, eds. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2003), p. 215.
Gracias.
Excelente, me encanta la matutina