Matutina para Adultos | Miércoles 14 de Febrero de 2024 | El Dios que conoce todas nuestras necesidades

El Dios que conoce todas nuestras necesidades

“Así, no se preocupen diciendo: ‘¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos?’ Porque los paganos buscan todas estas cosas, que su Padre celestial sabe que ustedes necesitan” (Mateo 6:31, 32).

Robert H. Pierson contó la historia de un pastor que sintió la profunda impresión de que un miembro de su iglesia necesitabaayuda. Después de orar, sintió que la impresión se hacía más fuerte y específica, porque llegó a su mente la idea de una cantidad concreta de dinero que debía darle. Tres días después, el pastor se encontró con el hombre en la oficina de correos y, tras saludarlo, decidió abordar con cuidado la situación.

–Hermano, ¿va todo bien? ¿Tiene algún problema en particular?

–¿Qué quiere usted decir? –replicó el hermano.

–Bueno, quisiera saber si necesita usted algún dinero…

–¿Por qué me lo pregunta? –dijo, asombrado, el hermano.

Entonces el pastor le hizo saber que, mientras oraba, había sentido que Dios le estaba indicando que él necesitaba ayuda económica. Luego, el hermano le preguntó:

–¿Le indicó el Señor alguna cantidad determinada?

–Sí –respondió el pastor, revelando por primera vez la cantidad que había estado dando vueltas en su mente.

Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de aquel miembro de iglesia, mientras extraía de su billetera un papel que decía: “Señor, tú sabes que necesito este dinero de aquí a tres días. Creo que me ayudarás”.

Me resulta muy fácil creer esta historia, gracias a lo que me enseña el texto de hoy con respecto a cómo es Dios: nuestro Padre celestial conoce de antemano todas nuestras necesidades (vers. 32). Nuestro Dios es alguien a quien podemos ir a pedirle que nos ayude, con la seguridad de que lo hará, porque él conoce todas nuestras necesidades, y provee para ellas en formas que ni esperamos ni imaginamos posibles. Formas que no entendemos, que nos dejan perplejos o simplemente llorando de emoción, alegría y gratitud.

A veces, aun cuando sabemos que alguien es bueno con nosotros y que nos ayudará si se lo pedimos, sentimos vergüenza de contarle nuestra necesidad; pero Dios lo sabe todo acerca de ti, así que, no hay razón para sentir vergüenza de acudir a él. ¡Qué lindo es tener un Dios así!

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