El Dios del equilibrio
“Acuérdate del día sábado para santificarlo” (Éxodo 20:8).
El cuarto Mandamiento nos retrata a Dios como alguien que desea nuestra felicidad, y por eso nos recuerda cosas esenciales para la plenitud que nosotros tendemos a olvidar. Qué cariñoso es Dios, que nos susurra: “Acuérdate. No lo olvides, porque es importante”.
Se trata de un Mandamiento positivo tanto en la forma en que se expresa como en los temas que presenta. Aquí, nuestro Dios nos muestra que la vida humana tiene más de una dimensión, y que todas ellas (la dimensión física, la emocional, la familiar y la espiritual) deben funcionar en forma armoniosa para que estemos bien.
Implícitamente, Dios señala en el cuarto mandamiento lo provechoso que es el trabajo. Aunque muchas personas comentan solo el hecho de que este Mandamiento prohíbe trabajar, lo cierto es que no hay legislación alguna que promueva tanto el trabajo como el cuarto Mandamiento de la Ley de Dios, puesto que la orden divina es: “Seis días trabajarás” (ver Éxo. 20:9). De siete días que tiene la semana, Dios nos pide mantenernos ocupados seis de ellos. ¡No se puede estar más a favor del trabajo! Si el mundo cumpliera con el cuarto mandamiento, sería mucho más productivo.
Pero en Éxodo 20:8 Dios nos recuerda que la vida no es solo trabajo, y si alguien la encara así, sufrirá pérdidas importantes, pues nuestro estilo de vida debe ser equilibrado (y aquí está Dios, recordándonoslo). La actividad física debe equilibrarse con el reconocimiento y el cuidado de la dimensión espiritual. El cuarto Mandamiento nos guía al reconocimiento más simple y esencial que debemos hacer: necesitamos a Dios, necesitamos dedicar tiempo a buscarlo, necesitamos apartar como santo lo que él bendijo y declaró santo (ver Éxo. 20:11). Esto debiera verse como el grado mínimo de equilibrio en la vida de una persona. Los que no observan el reposo espiritual del sábado están transitando por la vía del desequilibrio. Dios sabe lo que ocurre cuando nuestras vidas se desequilibran: lo que vendrá serán daños a nuestra salud, a nuestra familia y a nuestra relación con Dios.
El cuarto mandamiento es un alto que Dios nos pide hacer para que reconozcamos que le debemos la existencia, para que admitamos que el mundo no gira alrededor de nosotros y para que caigamos en la cuenta de que más allá de lo material y físico, hay una realidad espiritual que es determinante y debemos atender. Reposemos en Dios como muestra de confianza en, respeto a y adoración hacia el Dador de la vida.
Feliz sábado.