¿En primera o en segunda clase?
«Cuando tengo miedo, confío en ti» (Salmo 56: 3)
¿Has sentido miedo alguna vez? El miedo es una emoción natural que nos alerta de algún peligro o amenaza. Pero el miedo también puede paralizarnos, limitarnos y robarnos la paz. Pero hay una forma de vencer el miedo: confiar en Dios. La Biblia nos dice que Dios está con nosotros y nos protege.
Unos de los textos favoritos de Moody era: «Tengo confianza, no temo» (Isaías 12: 2). Decía con frecuencia: «Usted puede viajar al cielo en primera clase o en segunda. Los que viajan en segunda clase dicen: «Cuando tengo miedo, confío en ti» (Salmo 56: 3), pero los pasajeros de primera clase declaran: «Tengo confianza, no temo». Los que confían en Dios nunca necesitan temer pues el Altísimo permite solamente lo que es para su bien.
Cada año centenares de alpinistas arriesgan la vida para alcanzar nuevas alturas. Ocurren muchas tragedias porque van sin un guía. Los alpinistas experimentados conocen los peligros de cada paso. Uno novicio y su guía una vez llegaron a un lugar donde una roca dentada sobresalía hacia un abismo. Con una mano el guía se sostuvo en la roca que sobresalía. Colocó la otra sobre el angosto sendero y dijo a su compañero que pasara sobre sus brazos. Este tuvo miedo de hacerlo, pero su guía le dijo: «No tema de apoyarse en mi mano. Esta mano nunca ha perdido un alpinista». El sendero para el cielo es angosto y peligroso y necesitamos un guía experimentado. Al viajar recordamos que la mano perforada de Cristo nos sostendrá firmemente.
¿Cómo está tu confianza en Dios? ¿Estás viajando en primera o en segunda clase? ¿Estás dejando que el miedo te domine o que la fe te libere? ¿Estás siguiendo al mejor guía o estás yendo por tu cuenta?
Cristo ha recorrido el camino antes que nosotros y nos guiará a salvo. Hoy te invito a confiar plenamente en Dios, a recordar sus promesas y reclamar sus bendiciones. «No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada» (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 9).