El vuelo del picaflor
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:39).
Estas minúsculas aves, también conocidas como colibríes, se alimentan del néctar de las flores. Tienen la capacidad de calcular la cantidad de azúcar que hay en una flor y decidir si la pasarán por alto o no, según su necesidad.
Las costumbres de este pequeño animalito le han dado apodo a los hombres o mujeres que también van “de flor en flor”.
Hay muchas razones por las que nos puede gustar llamar la atención del sexo opuesto constantemente. No es mi intención hacer un análisis psicológico de esa conducta ni juzgar sin conocer las motivaciones detrás de cada accionar. Sin embargo, hemos de recordar que, como hijos de Dios, somos sumamente valiosos; tan valiosos que Jesús dio su vida por cada uno de nosotros.
Como individuos, estamos conformados por varias áreas: la física, la social, la mental y la espiritual. Todas son importantes y deben cuidarse. Del buen funcionamiento y del equilibrio de ellas dependerá nuestro funcionamiento integral y las fuerzas que tengamos para llevar vidas que honren a Dios.
Es difícil funcionar bien con un corazón roto, con pensamientos impuros, con distancia en nuestra relación con Dios y con hábitos que perjudican nuestra salud.
Pero Dios nos llama a cuidar todo nuestro ser, a valorarnos inmensamente y a valorar así también a los demás: con todas nuestras áreas.
Una conquista rápida puede verse como una victoria a los ojos de la sociedad, pero es en realidad una cruel derrota que va denigrando nuestro concepto real del ser humano.
Tanto hombres como mujeres podemos ser culpables de esta conducta desconsiderada y egoísta que tanto daño puede generar. Ojalá seamos cuidadosos tanto con nuestro corazón como con el de las demás personas que nos rodean.
Esta es una de las formas que tenemos de representar el carácter y la imagen de Jesús en una tierra en que tanto se han desfigurado. No lo olvidemos: Dios es amor, y solo con él aprenderemos la verdad sobre esta virtud.