Negligencia y disipación
«El que es negligente en su trabajo es también íntimo amigo de gente nociva» (Proverbios 18: 9, RVC).
La negligencia es la «falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona en lo que hace, en especial en el cumplimiento de una obligación» (Diccionario de la lengua española). La literatura hebrea cuenta que el gran maestro Hillel tenía un discípulo llamado Saboth, que era un holgazán consumado, de esos que meten la mano en el plato para tomar la comida, pero después no son capaces de llevársela a la boca (ver Proverbios 19: 24). Hillel estaba preocupado y decidió curarlo de ese defecto de carácter. Lo llevó a un estanque cubierto de plantas acuáticas, donde abundaban serpientes y sabandijas. Entonces le dijo:
—Descansemos aquí un rato.
—Aquí no, maestro —objetó el joven perezoso—. ¿Acaso no percibe las emanaciones tóxicas de este estanque?
—Tienes razón, hijo mío. Este pantano es semejante al alma negligente.
De inmediato se dirigió con el joven a un campo lleno de malezas y zarzas.
—Lo que ves aquí —dijo—, es un suelo bueno y fértil que produciría en abundancia, pero que ha sido olvidado y descuidado. Hace un momento viste el alma del negligente, y aquí ves su vida.
A continuación, lo llevó hasta un valle fértil junto a un arroyo cristalino que corría entre hermosos árboles llenos de frutas y praderas florecidas. Entonces le dijo:
—Esta valle fértil representa una vida industriosa. La naturaleza solo puede recompensar al que se esfuerza por cultivarla. El discípulo meditó seriamente en la lección recibida y decidió introducir en su vida los cambios necesarios para vivir con prosperidad y hacer felices a otros.
Elena G. de White afirma que «Dios dio el trabajo como una bendición para que el hombre ocupara su mente, fortaleciera su cuerpo y desarrollara sus facultades» (Patriarcas y profetas, p. 29). Por el contrario, la negligencia y la disipación solo promueven el vicio y las pasiones más bajas del ser humano. «Satanás está al acecho, listo para destruir a los que en su tiempo libre le dan oportunidad de acercarse a ellos bajo algún disfraz atrayente. Nunca tiene más éxito que cuando se acerca a los hombres en sus horas de ocio» (Mensajes para los jóvenes, p. 150). Y tú, ¿deseas una vida productiva que glorifique a Dios o prefieres el camino fácil de la pereza?