Matutina para Jóvenes | Domingo 30 de Marzo de 2025 | Oración de paganos

Matutina para Jóvenes | Domingo 30 de Marzo de 2025 | Oración de paganos

Oración de paganos

“Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan” (Mat. 6:7-8, NVI)

Tal vez has escuchado la historia del niño que se acercó a su padre diciéndole:

—¡Oh, amadísimo Padre! Tú que todo lo gobiernas desde tu sabiduría y tu poder, acudo a tu infinita misericordia, a tu gracia inmerecida, y modestamente me presento ante ti para rogarte que atiendas mi humilde petición… Quiero pedirte que extiendas tu poderosa mano y derrames sobre mi vida provisiones en abundancia, de manera que yo pueda ser bendecido y pueda ir a la esquina a comprarme un helado…

—Pero mi hijo —respondió el padre, extrañado—. ¿Por qué mejor no me dices: “Papi, cómprame un helado” y ya?

—Ah, ¿sí? Es que, como veo que así le pides las cosas a Dios, pensé que así tenía que pedírtelo.

Aunque es solo un relato, pasa con más frecuencia de lo que quisiéramos admitir. Tanto que, en el pasaje de hoy, Jesús tomó este fenómeno como punto de partida para enseñarnos cómo orar. En las oraciones griegas, se solían enumerar la mayor cantidad posible de títulos que poseía la deidad a la cual se dirigían, con la esperanza de asegurar su atención. Por lo general, estas oraciones paganas recordaban a la deidad los favores previamente otorgados o los sacrificios realizados, buscando obtener una respuesta favorable del dios en cuestión basándose en una especie de contrato.

Por el contrario, Jesús presenta a Dios como un Padre que se deleita en satisfacer nuestras necesidades. Cristo colocó la oración sobre la base de una relación de intimidad, y no sobre un modelo de asociación comercial, como sucedía en el paganismo antiguo.

La oración más efectiva no es aquella que se escucha más poética o usa palabras rebuscadas en el diccionario, sino la oración sencilla y práctica, literalmente como si le hablaras a alguien que ya sabe lo que necesitas.

La oración que Cristo enseñó no se trata de disfrazar nuestras necesidades detrás de largos elogios, sino de bajar las defensas y presentar el “yo” que nadie más conoce al Dios que todo lo sabe. ¿Estás hoy dispuesto a acercarte a Dios como a un Padre amoroso que quiere lo mejor para ti, o lo idealizarás distante e inalcanzable como los paganos?

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