El remordimiento de Judas
«Judas […] sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos» (Mateo 27: 3, NVI).
Judas había intentado astutamente persuadir a Jesús para que asumiera un papel de liderazgo en el mundo, con la intención de obtener beneficios personales. Con toda seguridad, Jesús ejercía más influencia que la mayoría de los dirigentes de su tiempo. ¿Qué otro líder religioso podía resucitar a los muertos y multiplicar unos pocos panes en toneladas de alimento en un solo instante?
Judas era un gran estratega y promotor del nuevo movimiento que surgía en torno a la figura de Jesús. Era un individuo perspicaz y de una mente muy creativa, pero no entendía ni aceptaba el verdadero propósito de Jesús, que era dar su vida para salvar al ser humano.
«En todo lo que Cristo decía a sus discípulos, había algo con lo cual Judas no estaba de acuerdo en su corazón. […] Los discípulos no veían la verdadera influencia que obraba en todo esto; pero Jesús veía que Satanás estaba comunicando sus atributos a Judas y abriendo así un conducto por el cual podría influir en los otros discípulos» (El Deseado de todas las gentes, p. 681). Por eso un año antes de que Judas lo traicionara, Jesús afirmó: «¿No los he escogido yo a ustedes doce? Sin embargo, uno de ustedes es un diablo» (Juan 6: 70).
Pero los planes de Judas no resultaron como él esperaba. Judas estaba convencido de que luego de ser arrestado, Jesús se liberaría. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que Jesús no tenía la intención de escapar, y que además estaba siendo tratado de manera desconsiderada y cruel, una sensación de desesperación y horror se apoderó de él. Finalmente, logró abrirse paso entre la multitud, arrojó las monedas de plata a los pies de los sacerdotes y les suplicó que liberaran al Señor.
En nuestro pasaje de hoy, se menciona que Judas sintió remordimiento, pues había traicionado al Salvador, y cayó en un estado de desesperación que lo llevó a tomar la trágica decisión de poner fin a su vida. Es realmente triste ver cómo terminó la historia de este discípulo de Jesús.
Al igual que Judas, constantemente fallamos a Jesús. ¿Cómo puedes evitar caer en la desesperación y el remordimiento, y en cambio buscar su perdón y restauración?