El mensaje adventista en Nueva Zelanda
«Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia» (Marcos 16: 15).
El relato que sigue es un testimonio extraído de la página 139 del libro Make God First [Ponga a Dios en primer lugar], escrito por Eric B. Hare.
El primer grupo de misioneros adventistas llegó a Australia en 1885, bajo la dirección del pastor S. N. Haskell. Se establecieron en Melbourne e inmediatamente comenzaron a trazar planes para el trabajo que realizarían allí. En noviembre de ese mismo año, mientras esperaban la llegada de cierto equipo de imprenta, el pastor Haskell viajó a Nueva Zelanda para explorar el área. Durante el viaje, le preguntó a uno de los marineros: «¿Puede recomendarme una pensión en Auckland atendida por una persona religiosa?». El marinero le respondió: «Sí, vaya a la casa de Eduard Hare; él alquila habitaciones».
El pastor Haskell se dirigió a la casa de Eduard Hare en cuanto llegó y logró conseguir una habitación. Poco después, el hombre que vivía en la habitación contigua a la del pastor Haskell bajó las escaleras y le comentó al dueño de la casa: «Ese hombre que acaba de llegar está loco. Todo el tiempo está hablando solo».
El señor Hare se aproximó al cuarto y escuchó atentamente. Pronto se dio cuenta de que el señor Haskell estaba orando: «Oh Dios, ayúdame a guiar a este buen hombre a la verdad. Ayúdame a…».
Eduard Hare bajó las escaleras y le dijo a su esposa: «Ese hombre no está loco. ¡Está orando por nosotros!». Pocos días después, Eduard Hare aceptó el mensaje y decidió llevar al pastor Haskell 320 kilómetros al norte, a Kaco, donde vivían Joseph Hare, padre de Eduard, y cinco hermanos más. En poco tiempo, todos ellos también aceptaron el mensaje del tercer ángel y comenzaron a guardar el sábado. Eduard Hare era mi tío, y mi padre fue uno de los hermanos que aceptó este mensaje en Kaco. De esta manera, la Palabra de Dios comenzó a prosperar en Nueva Zelandia.
Y nosotros, ¿qué podemos hacer para llevar el evangelio a otras personas? Que Dios nos ayude a seguir el ejemplo de los primeros misioneros adventistas, que con fe y oración llevaron la luz del evangelio a muchos lugares.