¿Por qué gastar su dinero?
“¿Por qué gastar su dinero en alimentos que no les dan fuerza? ¿Por qué pagar por comida que no les hace ningún bien? Escúchenme, y comerán lo que es bueno; disfrutarán de la mejor comida” (Isa. 55:2, NTV).
Cuando estuve de viaje por Bolivia y Perú, pasé una tarde por las islas flotantes de los uros, en el lago Titicaca.
En esa zona abundan las totoras, una planta acuática bastante robusta y resistente. Esta tribu las corta, apila y forma bloques macizos de unos 30 centímetros de grosor. Las atan y con eso van formando el suelo, que reposa en grandes trozos de “kile”, una masa de cañas descompuestas y minerales endurecidos. Eso forma el anclaje de la construcción. Sus chozas también las forman de este material. Incluso sus medios de transporte se caracterizan por estar formados por totoras.
Estas personas son muy alegres y viven de forma sencilla cada día. Subsisten gracias a la pesca y a la venta de artesanías que fabrican en la misma isla. Dependen grandemente del turismo, pero aún si no vendieran sus tejidos y recipientes de arcilla, tendrían lo suficiente para sobrevivir.
Cada tardecita reciben a los visitantes, les enseñan un par de frases en su dialecto, les presentan su modo de vida, los invitan a dar un paseo en las canoas que tienen alrededor de toda la isla y luego cantan un rato.
Los uros cuentan con una gran población adventista, gracias al trabajo comenzado hace muchos años por los misioneros. Hay escuelas e iglesias en las islas flotantes y cada año la membresía crece. Para llegar a ese lugar, hay que salir en lancha desde el puerto de Puno, pero en menos de una hora se llega.
Conocerlos me hizo pensar mucho en cuánto nos preocupamos por lo que vamos a comer o las posesiones que lograremos adquirir. Muchas veces ponemos todo nuestro empeño en objetivos pasajeros y gastamos todo nuestro dinero en nimiedades, cuando Dios tiene algo mejor para ofrecernos, algo que no se compra con dinero.
Esta gente vive una realidad flotante, pero está firmemente apoyada en Cristo, la Roca viva.
Hoy te invito a pensar si realmente estás comiendo “la mejor comida” y a qué costo. Dios nos invita a escuchar su propuesta.