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«Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros» (Fil. 2:4)
Cuenta la anécdota que un profesor quiso impartir una lección a sus alumnos, así que les entregó un globo a cada uno para que lo inflaran y escribieran su nombre en él. Luego, pidió a los estudiantes que lanzaran sus globos al suelo. El profesor mezcló todos los globos y les dio cinco minutos para que cada uno intentara encontrar el suyo. Al cabo de ese tiempo, a pesar de una búsqueda frenética, nadie pudo encontrar su propio globo.
Entonces, el profesor anunció que cambiarían la estrategia. Cada estudiante debía tomar el primer globo que encontrara y entregárselo a la persona cuyo nombre estaba escrito en él. En menos de cinco minutos, cada uno recuperó su propio globo. El profesor dijo entonces a los estudiantes: «Estos globos son como la felicidad. Nunca la encontraremos si todo el mundo está buscando la suya. Pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás, también encontraremos la nuestra».
El consejo que este maestro dio a sus alumnos sigue la misma línea de pensamiento de lo que Pablo escribió a los filipenses: «Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros» (Fil. 2:4) y también a los corintios: «No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el bien de los demás» (1 Cor. 10:24).
En Filipenses 2, este consejo se encuentra en medio de dos ideas que nos ayudan a entender mejor cómo podemos procurar el bien de los demás. El versículo 2 nos invita a vivir «unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito» y el versículo 5 nos invita a tener «la misma actitud que tuvo Cristo Jesús» (NTV).
Solo una persona que sigue a Aquel que no vino a este mundo para que le sirvan, sino para servir (ver Mar.
10:45), puede tener en su corazón ese amor que «no busca lo suyo» (1 Cor. 13:5). En la era de los selfies, donde todo gira en torno al «yo», los cristianos podemos marcar la diferencia amando a los demás como Cristo nos amó y buscando la felicidad de los demás por encima de la nuestra. ¿Estás dispuesto a aceptar ese desafío?