Semillas y frutos
“No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra” (Gál. 6:7, NTV)
Su vida se hallaba sumida en el caos. Quien alguna vez fue el heredero de una próspera hacienda, se encontraba ahora cuidando cerdos en una tierra extraña. ¿Cómo había llegado a este punto? La respuesta es simple: estaba recogiendo los frutos de lo que había sembrado.
En Gálatas 6:7, Pablo expone la cruda realidad de nuestro mundo: nuestros hábitos dan forma a nuestra vida. Aunque Pablo no utilizó la palabra “hábitos”, prefirió una metáfora agrícola que sus lectores pudieran entender: sembrar y cosechar. Pero la idea está ahí: “Tus resultados estarán determinados por tus aportes. Los frutos de tu vida se basarán en las decisiones que tomes, los hábitos que comiences y los hábitos que abandones” (Craig Groeschel, El poder para cambiar [Zondervan, 2023], p. 190).
El principio de la cosecha se presenta como una ley del universo, similar a la gravedad. Aunque pueda no gustarte, aunque no estés de acuerdo con ella, “lo que sube, baja”. Lo mismo ocurre con tus hábitos. Un joven que siembra pornografía no debería sorprenderse cuando coseche problemas matrimoniales. Una chica que siembra semillas de crítica y negatividad no debería sorprenderse cuando coseche una vida solitaria. Un empleado que siembra la semilla de la irresponsabilidad no debería sorprenderse cuando otro compañero reciba el ascenso.
Cuando a las personas les va mal en sus matrimonios, amistades o carreras, a menudo culpan a Dios y piensan que están siendo castigados, sin darse cuenta de que lo que les sucede es el resultado de sus propias acciones y decisiones. Si siembras malos hábitos, no te sorprendas al obtener resultados proporcionales. Sin embargo, el principio de la cosecha también tiene una contraparte positiva. Craig Groeschel escribe que “si no te gusta lo que recoges, cambia lo que siembras. Si no te gusta la cosecha, cambia la semilla” (El poder para cambiar, p. 192). Siempre tenemos la oportunidad de cambiar los resultados que obtenemos. Como el hijo pródigo, siempre podemos regresar y comenzar de nuevo.
Es un excelente momento para reflexionar sobre lo que has estado cosechando en tu vida hasta este punto. Si no estás satisfecho, hoy tienes la oportunidad de comenzar a sembrar una semilla diferente. Analiza con sinceridad los aspectos de tu vida que te decepcionan y, a través de la oración, identifica los hábitos que han llevado a esos resultados. Asume la responsabilidad y decide qué tipo de semilla vas a plantar a partir de hoy para obtener una cosecha más positiva.