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«La vida de ustedes es como la niebla que aparece por un momento y luego desaparece» (Sant. 4:14, NBV)
Lo llamaban «el rey del pop», y verdaderamente fue un rey. Más allá de los errores que pudo cometer y cómo finalizó su carrera, es innegable que Michael Jackson fue un individuo extremadamente talentoso y comprometido, lo que lo llevó a convertirse en el artista musical más galardonado de todos los tiempos.
Cuando Michael Jackson falleció el 25 de junio de 2009, se encontraba inmerso en un proyecto que incluía un nuevo álbum y una gira de conciertos, ambos titulados «This is it» [Esto es todo]. Tras su fallecimiento, se lanzó la película titulada «Michael Jackson: This is it». Esta película muestra los últimos ensayos de la gira que Jackson estaba preparando y es un testimonio del talento que muchos habían olvidado que poseía.
Lo interesante sobre esta producción cinematográfica es que, como menciona DeVon Franklin en su libro Produced by Faith [Producido por fe], Michael Jackson aparece desaliñado en varias de las tomas, vestido con ropas ridículas y combinaciones horribles. ¿Por qué? Porque era un simple ensayo, ¿verdad? Nadie vería esas grabaciones. Pero lo que «el rey del pop» no sabía era que a final de cuentas ¡el ensayo sería el producto final que millones de personas verían!
Lo mismo sucede con nuestra vida. No tenemos tiempo de ensayar para luego hacer las cosas como esperamos. Cuando algo sale mal, no podemos gritar: «¡Corten!» y empezar de nuevo. Cada día es único y lo que hagamos o dejemos de hacer importa mucho, pues tendremos que vivir con los éxitos o los fracasos que obtengamos hoy.
Solo disponemos de una vida para vivir, y es esta; solo tenemos un momento para aprovechar, y es ahora. En Profetas y reyes, Elena de White señala con mucho acierto que «muchos están aguardando que se les dé algo grande que hacer mientras desperdician diariamente las oportunidades que tienen de revelar fidelidad a Dios […]. Mientras aguardan alguna obra grande en la cual podrían ejercer los importantes talentos que creen tener […], van transcurriendo los días» (p. 358).
En lugar de percibir el presente como un ensayo de lo que podríamos lograr, debemos considerarlo como la única oportunidad que tenemos para darlo todo y realizar nuestro máximo esfuerzo. El presente, que a menudo muchos desprecian, es lo único que realmente podemos mostrar.