Matutina para Jóvenes | Sábado 18 de Enero de 2025 | ¿A quién te gustaría tener en tu sofá?

Matutina para Jóvenes | Sábado 18 de Enero de 2025 | ¿A quién te gustaría tener en tu sofá?

¿A quién te gustaría tener en tu sofá?

“Los que honran a Dios hablaron entonces entre sí, y el Señor escuchó con atención lo que decían” (Mal. 3:16)

¿Alguna vez has hecho un comentario “inocente” para luego sentir que Dios te ha escuchado y se lo ha tomado en serio? Justo eso le pasó a Joe, según cuenta Peter Greig en su libro: How to Pray: A simple Guidefor Normal People [Cómo orar: Una guía simple para personas normales] Peter se encontraba varado en Chicago. Su vuelo a Inglaterra, donde vivía, había sido cancelado como resultado de la erupción de un volcán en Islandia, así que Peter le pidió a Dios en oración que le mostrara la mejor manera de usar el tiempo que estaría allí varado. Varios de sus amigos le habían ofrecido hospedaje, pero después de haber orado, Peter recordó a Joe, un amigo que vivía a unos 240 kilómetros de distancia, concretamente en Madison, Wisconsin. Así que le escribió un correo: “Hey, Joe, estoy en Chicago. ¿Puedo dormir en tu sofá?”.

Lo que Peter no sabía era que justo aquel día Joe había recibido unas noticias devastadoras y al llegar a su casa su esposa, preocupada, le había preguntado: “¿A quién te gustaría tener en el sofá en estos momentos?”. ¡Sí, justo esas habían sido sus palabras! A lo que Joe había respondido: “Me gustaría que Peter estuviera en mi sofá, pero sé que eso es imposible, pues él vive en Inglaterra. Además, Peter nunca ha estado en nuestro hogar”. Parece que Dios escuchó el comentario “inocente” de Joe y lo tomó como una oración, una oración que contestó de inmediato. Pocas horas después, Peter estaba sentado en el sofá de Joe.

Yo mismo tuve una experiencia similar a la de Joe y Peter. A principios de 2012 suspiré frente a mis libros: “Ah, si mi trabajo fuese leer…”. Menos de un año después ya estaba trabajando como editor. Me llena de paz y seguridad saber que no hay una petición tan pequeña que pase desapercibida ante el Dios del universo. No hay suspiro tan leve que él no lo escuche. El Señor está tan cerca de nosotros que presta atención a nuestras conversaciones informales y nos ama tanto que a veces contesta incluso aquellas oraciones que no llegamos a realizar.

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