Una joven presumida
Respeten mis sábados, guarden reverencia por mi santuario. Yo soy el Señor.» Levítico 19:30
Entre los jóvenes hay quienes no dan importancia a artefactos que pertenecieron a personajes destacados de la ciencia, el arte, la música o la religión. Se cuenta que una joven turista entró en la casa de Bethoven que actualmente es un museo en Bonn, Alemania. Pasó la mano a lo largo del famoso piano de cola que fue usado en la composición de muchas obras famosas y se sentó en la antigua silla frente al teclado. El guardián la observaba con desagrado mientras ella tocaba una tonadita popular y ligera.
—¿Reciben muchos visitantes en este lugar? —preguntó la joven.
—Sí, una gran cantidad.
—Y, ¿viene mucha gente famosa?
—En realidad sí. Paderewski, el gran pianista y compositor, estuvo aquí hace poco.
Los dedos de la joven recorrieron el teclado, improvisando —¿Y qué pieza tocó el gran Paderewski en este piano?
El guardia enderezó los hombros y, en tono de reproche, replicó: —Paderewski no se consideró suficientemente Beethoven.
iQué tremenda lección para aquella joven, y también para nosotros! iCuánto más importante es mostrar respeto al Todopoderoso cuando entramos en su casa de oración! Si de alguna manera pudiéramos percibir la presencia y la gloria de Dios, temeríamos hacer ruidos innecesarios e interrumpir los cultos.
Probablemente no comprendamos el valor de la santidad, pues en nuestra cultura occidental no acostumbramos a tener lugares santos, personas santas o un tiempo santo, como sucede en el oriente. No obstante, las Escrituras nos hablan de un tiempo santo, el sábado, y un lugar santo, el santuario. Moisés invocó al Señor, diciendo:
«Llévanos a vivir a tu santo monte, al lugar que escogiste para vivir, al santuario que afirmaste con tus manos» (Exodo 15: 17), y el profeta Isaías contempló ángeles que decían: «Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso» (Isaías 6: 3).
¿Crees que a Dios le agrada que conversemos y bromeemos durante el culto?